Tres días ya perdidos en la duda, sin un sondeo donde afianzarse, sin pronósticos. Ese síndrome produce serios trastornos. Quizá esté bien esa jornada de tregua para sacudirse los efectos secundarios de una campaña marrullera y de exceso de encuestas, con esa innovación importada llamada tracking, rastreo diario de la oscilación de la gente que duda. El criticado día de reflexión puede hasta ser bueno aunque las encuestas aseguren que todo está decidido y eso es más llevadero para el elector de arrastre y confiado. El otro elector, el que se rebela, el que sueña con que no todo esté perdido, tiene el aliciente del contra todo pronóstico. Hay poca indecisión y mucha experiencia en vaticinios, como aquellos de la quiniela en la que elegir resultados lógicos no daba un duro y se optaba por el dado o apostar por las sorpresas que dieran dinero. La prueba de que por ahí va el placer está en el desparpajo de Alcaraz superando a un tipo con mayor experiencia y más mala leche, favorito en las apuestas.
Pronósticos
Palma21/07/23 0:29
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