Que los precios se disparen es una buena puñeta para todos, pero el remedio que la señora Christine Lagarde y compañía tienen para domesticarlos es casi peor. Subir tipos. ¡Qué gracia! Nos habíamos acostumbrado a esos tipos negativos, que nos hacían la vida fácil a quienes estamos endeudados. Se acabó la fiesta, si es que alguna vez la hubo. Ahora, como decía la canción de Amaral, «solo queda una vela encendida en medio de la tarta y se quiere consumir». Eso mismo les va a ocurrir a nuestras endebles economías domésticas, que se consumen y solo permanece la oscuridad. Sube la hipoteca y ese pellizco de más repercute en efecto dominó sobre el resto de los capítulos, que encajan unos con otros en un equilibrio precarísimo.
A la ruina
Palma12/09/22 3:59
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