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El Partido Popular ganó este domingo las elecciones autonómicas en Castilla y León, pero su victoria fue mínima. Arrebató la posición de primera fuerza política al PSOE, que perdió siete escaños, aunque Alfonso Fernández Mañueco necesitará a Vox para volver a ser investido presidente y garantizar la gobernabilidad de la Junta. Los resultados electorales consolidan la formación de Santiago Abascal, que registra un gran crecimiento y tendrá la llave para gobernar tras obtener trece procuradores. La izquierda queda sin opciones de formar gobierno. El partido que lidera Luis Tudanca, anterior ganador, retrocede, mientras que Ciudadanos sufre otro batacazo en su camino hacia la irrelevancia. Los electores vuelven a castigar al partido de Inés Arrimadas y Vox es el gran beneficiado.

Estrategia de Pablo Casado.

El presidente de la Junta de Castilla y León, Fernández Mañueco, rompió en diciembre pasado el pacto de coalición autonómico que había suscrito en 2019 con Ciudadanos y anunció la convocatoria anticipada de elecciones. El mandatario ‘popular’ atribuyó a Cs la responsabilidad de que los Presupuestos autonómicos no se hubiesen podido aprobar. Pero a nadie escapa que estas elecciones anticipadas responden a una estrategia de Pablo Casado para mantener la tensión durante el 2022, que continuará con una convocatoria similar en Andalucía.

Vox, formación decisiva.

Vox, que pasa de un escaño a trece, se convierte en formación decisiva para la gobernabilidad de la comunidad castellanoleonesa porque la suma de PP y el partido de Abascal alcanzaría los 44 diputados regionales, tres por encima de los 41 que marca la mayoría absoluta. El cambio más relevante consiste en que en Castilla y León, el PP pasará de gobernar con Ciudadanos a depender de Vox. Hay precedentes de acuerdos en Murcia y Andalucía. Ahora se sabrá si Vox exige entrar en el Gobierno autonómico.