El escritor catalán Félix de Azúa, ayer en la sede de la Fundació Sa Nostra Can Tàpera. | Teresa Ayuga

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El ciclo Sa Nostra Conversa, que tiene lugar en Can Tàpera y organiza la Fundació Sa Nostra, llegó este miércoles a su ecuador con la visita de Tamara Djermanovic y Félix de Azúa, quienes se citaron en Palma para debatir sobre La universitat davant un món mercantilitzat. La temática sirve como una suerte de preludio para la que será la siguiente cita en el calendario de conferencias, ya después del verano, el 11 de septiembre con Begoña Román y Antonio Monegal que hablarán de La moderna deriva de l’ensenyament. De Azúa, académico de la Real Academia de la Lengua Española con la letra H y doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona es conocido por su faceta de escritor además de su labor como articulista y colaborador de medios como The Objective, El País y El Periódico de Catalunya, y es uno de los fundadores ideológicos de Ciudadanos. Antes de su debate, el catalán atendió a este diario para tratar la actualidad del mundo académico y universitario así como problemas del mismo.

El tema de la charla es La universidad ante un mundo mercantilizado, partiendo de ello, ¿cuáles son los principales problemas que afrontan la universidad y el mundo académico?
—No estoy muy de acuerdo en que el problema sea la mercantilización. Me temo que el verdadero problema es la ocupación totalitaria de la Universidad por los ideólogos políticos.

Por hacerlo más próximo, ¿cuál es la principal problemática en las universidades españolas bajo su punto de vista?
—Que se han convertido en sucursales de los gabinetes de propaganda ideológica de los partidos. Me refiero, evidentemente, a las facultades de humanidades. Las escuelas técnicas son otro mundo mucho más racional.

¿Son los problemas de la universidad en España algo específico de nuestro país? ¿A qué cree que se debe?
—Todos los países tienen problemas con la enseñanza, pero los de España son particularmente cutres.

¿Es la libertad de cátedra todavía un derecho o considera que está en peligro como defienden algunos posicionamientos que denuncian lo woke en el mundo académico?
—La libertad de cátedra me parece necesaria. En cuanto a las cancelaciones ideológicas creo que son la plaga del siglo XXI. En mi experiencia, la selección del profesorado no se basa en la excelencia sino en la fidelidad a la trama académica.

A colación de la pregunta anterior, ¿cree usted que la universidad está realmente dominada por intereses específicos de ciertos partidos o ideologías concretas dentro de España? De ser así, ¿a qué cree que se debe?
—Sin duda. Y se debe a una consciente y planificada penetración partisana. El poder siempre ha querido controlar a los aprendices.

Partiendo del hecho de que es prácticamente imposible carecer de cierta ideología, ¿es lo ideológico algo negativo en sí o lo es la inconsciencia sobre la ideología propia?
—La ideología, según Marx, era el uso de ideas propagandísticas en razón de intereses económicos. Así que todos tenemos ideología, aunque sólo sea para comprar el periódico. Pero la Universidad era antes un lugar en donde se enseñaba a criticar y defenderse de la ideología.

¿Qué opina del hecho de que si la mercantilización de la enseñanza en la que el currículo queda supeditado a intereses de mercado (incluso intereses futuros y posibles más que actuales) provoca la posibilidad de generar trabajadores en lugar de ciudadanos?
—Bueno, no estaría mal que produjera trabajadores, pero me temo que en la actualidad no produce ni eso.

¿Cómo debe afrontar la sociedad una problemática en la que la tecnificación extrema pueda convivir con una enseñanza rica en valores humanistas?
—La tecnificación es, como el cristianismo en el siglo V, una fuerza absoluta y sin oposición. Para defenderse sólo se puede intentar llevar a cabo el estudio y la investigación por la vía doméstica.

¿Qué papel cree que juega la pérdida de peso de las humanidades en todo este proceso?
—Creo que es evidente la estupidización de la sociedad en los últimos diez años.

¿Se genera una dualidad en la que mantener la libertad frente a la mercantilización puede provocar un cierre extremo de la universidad que la aleje de los problemas reales de la sociedad?
—La mercantilización no nos aleja de los problemas sociales, como puede observarse en las áreas de sanidad, lo que nos aleja son las soflamas políticas que han sustituido a la formación del pensamiento crítico.

Estamos viendo actualmente en las universidades de Estados Unidos (y parece estar llegando a España y Europa) protestas por parte de los estudiantes universitarios en los campus en contra de la guerra entre Israel y Gaza, ¿qué opina de esta expresión de protesta y del hecho de que provenga de los estudiantes? ¿Es una forma de sacudir la torre de marfil?
—¿Qué torre? Los estudiantes suelen estar entre lo más desvalido de la sociedad, aunque sean de familias ricas. El apoyo a los palestinos forma parte de una religión cristiana corrompida que se mantiene bajo el disfraz de la justicia universal. Si quieres gustarte a ti mismo, has de estar siempre del lado del débil, sobre todo si no te cuesta nada. Pero a veces el débil tiene misiles nucleares.