José Mañas, ante la sede de Wireless DNA, en el Parc Bit. | Pilar Pellicer

José Mañas (Palma, 1977) es el CEO de Wireless DNA y presentará a Rafel Jordà, CEO de Open Cosmos y Premi Empresa de la Fundació Princesa de Girona 2023, en su conferencia Cuidando el planeta desde el espacio. La lucha contra el cambio climático, que ofrece el Club Ultima Hora-Valores el próximo miércoles en el Aljub del Museu Es Baluard.

¿Por qué fundó DNA Wirelles?
—Estudié Ingeniería Telemática en la UIB y me puse a trabajar en Siemens Mobile en países como Portugal, China y Estados Unidos. Con la fusión Nokia-Siemens, asumí responsabilidades, entre ellas hacerme cargo de la gestión de ocho países del Mediterráneo. Sin embargo, tenía ganas de emprender algo en Mallorca, donde había muy poca cosa en el ámbito de las telecomunicaciones. Así, creé Wireless DNA Wireless en 2014 con el objetivo de monitorizar todo tipo de redes, no sólo de telecomunicaciones, sino también de aguas y residuos, por ejemplo, y auditar tecnologías y fabricantes. Ofrecemos a nuestros clientes la posibilidad de mejorar sus redes y la calidad del servicio, y, obviamente, obtener más beneficios. Actualmente, en DNA Wireless estamos trabajando 70 personas en Mallorca y México.

Resulta especialmente innovador su trabajo en meteorología.
—Sí. En 2017, decidimos cooperar con pymes innovadoras de Baleares para añadir conocimiento y compartir valores, y nos unimos a Meteoclim Services. Conseguimos financiación para conseguir la tecnología meteorológica más desarrollada del mundo. Consiste en analizar y monitorizar las alteraciones y variaciones de la señal electromagnética para determinar las precipitaciones y la humedad. No hace falta inversión ni mantenimiento. Simplemente, aprovechar la información aportada por las torres de telecomunicaciones. Así, no sólo hacemos observación, sino que podemos hacer una predicción muy precisa, no sólo a escala regional, municipal o urbana, sino a nivel de calle. A partir de aquí podemos prestar un gran servicio meteorológico, pero también salvar vidas con la predicción de episodios extremos. Por ejemplo, ante la predicción de un gran temporal sobre Palma, pueden estar avisados los servicios de emergencias o la propia Emaya ante el previsible desbordamiento del alcantarillado. Otro ejemplo: podemos predecir episodios meteorológicos extremos en regiones de África que no cuentan con medios para ello.

Y a partir aquí, las aplicaciones son múltiples.
—Sí, la información puede ser aprovechada por el transporte marítimo o terrestre, la restauración, las actividades de ocio, la organización de conciertos al aire libre... La información meteorológica que vemos en televisión la podemos tener a nivel de calle.

El agua es otro de sus retos.
—Sí. Un auténtico reto de futuro en su monitorización y gestión. En Baleares, las pérdidas de agua en las redes equivalen a dos veces la capacidad del embalse del Gorg Blau y se calcula que las pérdidas de las piscinas son las mismas. También estamos trabajando la economía circular en el aprovechamiento de los residuos orgánicos en un hotel como el St. Regis Mardavall. No podemos olvidar que el 40 % de los residuos de Baleares son orgánicos. Se trata de desarrollar proyectos de impacto que tengan beneficios medioambientales, sociales y económicos en una economía circular de incidencias y efectos transversales. No se trata sólo de ganar dinero, sino de propósitos y de responsabilidad.

¿No tiene miedo de que surjan imitadores que se conviertan en competidores?
—No. Lo tomaré como una inspiración a los demás. Me satisface abrir camino, dejar un legado. Lo importante es tener capacidad creativa. Si te copian, es que lo estás haciendo bien. Lo que no me gusta es tener que nadar a contracorriente. La innovación no puede ser una cosa de idealistas o caparruts. La Administración no lo pone fácil porque ella misma no innova, y no basta con conceder unas subvenciones. Ahora, el Gobierno central ha creado un sello de startups para fomentar el mecenazgo a las empresas de innovación. Es un buen paso, pero también habría que revisar la fiscalidad, muy en desventaja con otros países.

¿Qué opina de un innovador como Rafael Jordà y su empresa de satélites?
—Es triste reconocer que tenía pocas noticias sobre él hasta que descubrí que es un crack. Tenemos que hacernos mirar este nivel de desconocimiento mutuo a nivel de ecosistema innovador. Lo difícil es ser profeta en tu propia tierra. Falta cultura colaborativa, pero, afortunadamente, esta situación está cambiando.