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El ridículo de Zarzuela al otorgar cobertura coronada a la cavernaria y acientífica Acadèmi de sa Llengo Baléà constituye el más serio indicio de que el despiste y el divorcio con la realidad revolotea sobre los altos servidores de la Casa Real.

Parece mentira una metedura de pata de este calibre. Las capas más cultas, enérgicas y formadas de Balears sienten dolor en lo más íntimo por este desprecio, tras más de medio siglo de ser generosa tierra de acogida de la familia Borbón. El apoyo real a los que pretenden descuartizar el idioma de Ramon Llull es una bochornosa e inculta humillación. Y lo peor es que tal decisión se ha producido soslayando a la UIB, máximo órgano consultivo en materia lingüística según el Estatut. Además, es un hiriente menosprecio hacia una nacionalidad histórica y antiguo Reino, que ha demostrado que sabe autogobernarse y construir su futuro.

¿Cómo ha podido llegar la Casa Real a este dislate? La única explicación es que en tan insigne palacio, más de uno de sus altos funcionarios ha perdido el sentido común, se le ha ido la olla o su reino ya no es de este mundo. Están en otra cosa, que no es el escrupuloso ejercicio de su trabajo. Parece que se pasan el día obsesionados en abrir ventanas de la plataforma norteamericana Youtube, que cuenta con decenas de miles de seguidores en España y donde aparecen noche y día nuevos mensajes sobre los últimos libros de Jaime Peñafiel o Joaquín Abad centrados en la vida y milagros de Letizia (contrastados o no, verdaderos o falsos), o sobre el programa audiovisual que ha anunciado Jaime del Burgo, excuñado de la Reina y, según él en redes, muy amigo suyo hasta que rompieron relaciones.

Cuando hablamos de plataformas y de algunos digitales, el marasmo está servido. Y Zarzuela está muy de moda. Solo eso explica despistes y tropezones. El papelón de ‘sa Llengo’ lo demuestra. Yerran porque tienen la cabeza en otro sitio.