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Hace unos días, el profesor Riera planteaba delante del empresariado mallorquín que estamos bajando en productividad. Alertaba que los análisis comparativos demuestran que somos de las comunidades con peores resultados en índice productivo. La presidenta Prohens apuntó algo novedoso: no cambiar el modelo productivo, sino transformarlo. Me alegro de que al fin alguien ponga sentido común a la evidencia. Hace años que los iluminados vienen con la pachanga de que hay que cambiar el modelo productivo. ¿De qué quieren que vivamos? Soy lego en análisis económico y poco ducho en sociología. Pero no pretenderán los que quieren abolir el modelo que regresemos a la emigración de mallorquines a Sudamérica, Francia y Alemania; que volvamos a la industria del calzado que la globalización se llevó por delante. El modelo de la industria turística trajo progreso y bienestar. Pero hemos crecido mal, excesiva y desordenadamente. En esto coincidimos. Los líderes hoteleros asumen y reclaman que no se puede seguir creciendo en volumen. Hay que buscar la excelencia y calidad. Crear un producto más caro pero que permitirá la sostenibilidad. Hay que regular con más rigor la oferta complementaria.

En esto estamos en parámetros escandalosamente negativos. Regular la inmigración, sin apriorismos xenófobos, ni demagogia. Tenemos unos índices de calidad en especialización y preparación de los profesionales deplorable. Traemos mano de obra con poca preparación que repercute negativamente en la calidad de los servicios. Vienen muchos inmigrantes que generan la necesidad de mayores recursos en sanidad y educación. Producimos menos y gastamos mucho. Esto genera déficit. Aumentan los impuestos y ello conlleva la decrepitud de la clase media. La masificación tensiona territorio, vivienda y recursos naturales. Generamos basura en cantidades superlativas. Seguimos creciendo con productos de precios low cost. Las carreteras se hacen intransitables. Las playas sufren presión negativa para el medio ambiente y para los residentes. Todo esto lo comenta el pueblo llano y mientras se sigue promocionando la Isla sin dirigir la oferta hacia lo que es menester. Los veranos cada vez serán más duros por aumento de la temperatura. Exigirá nuevas inversiones. Estamos a tiempo, pero no se puede esperar más. Hay que tomar medidas valientes e inmediatas. Ello acarreará problemas, que los demagogos habituales utilizarán para cuestionar el modelo, los políticos y demonizarán los hoteleros, como hemos visto en muchas ocasiones. Generemos equipos de análisis multidisciplinares. Invitemos a expertos. Aprovechemos la UIB y sus investigadores. Realicemos un gran pacto social y político, con un plan estratégico a corto y largo plazo. Si no lo hacemos, las consecuencias, serán nefastas. Sin olvidar la apuesta por el conocimiento como fuerza productiva.