Sospechaba hace tiempo que la gran pasión de los seres humanos no es exactamente el poder, ni el dinero, ni guerrear, ni el sexo, ni siquiera la servidumbre como dijo Camus, sino la decoración. La decoración en general, los adornos, tanto corporales como mentales y monumentales. La historia del arte y la cultura, desde las pirámides de Egipto a las catedrales y la vestimenta de reyes y príncipes de la Iglesia, cargada de collares, medallas, brazaletes, anillos, coronas, joyas y aderezos simbólicos que los artistas pictóricos reflejaban una y otra vez (reparen en las empuñaduras de los sables), no es sino una historia universal de los adornos, más o menos ostentosos. Los humanos más primitivos ya adornaban sus cuerpos con pinturas, marcas, plumas y collares de conchas o dientes de oso, y sus cuevas con imágenes.
Pensamiento decorativo
08/04/24 0:30
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