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Tengo la sospecha de que hasta que alguien no domina el lenguaje para tontos que utilizan nuestros representantes políticos y domina en las redes sociales y ciertos medios de comunicación, no llegará a nada en esta vida. Y eso es precisamente lo que intentan hacer los jovencitos, seguir el ejemplo de sus mayores mediáticos, aunque ello les cueste sonoros fracasos y regañinas en el informe PISA de marras, con gran rasgamiento de vestiduras lingüísticas y crujir de dientes pedagógicos. Que si no saben leer, que si incomprensión lectora, que si dónde iremos a parar. Con las matemáticas no hay nada que hacer, ni siquiera rebajándolas tanto que ya no son matemáticas. O te entran o no te entran en la cabeza, pero los problemas lingüísticos y la incomprensión lectora sacan de quicio a políticos y expertos docentes, y así lo expresan y lo escriben en su idioma incomprensible para la infancia y cualquiera que no esté acostumbrado. Porque no entender lo que se lee es normal, incluso preferible, a no entender lo que se escribe o no tener ni idea de lo que se dice, incomprensiones muy típicas de los adultos más locuaces, con los que nunca se mete el informe PISA. Hace mucho que en política y economía, así como en los medios digitales, reinan los lenguajes para tontos, y si ni siquiera los que los usan saben qué dicen, cómo quieren que los entiendan los niños. Cualquier periodista que cite frases o discursos de la actualidad, por ejemplo sobre nuestras insuficiencias educativas, se da cuenta de que esa idiotez no la va a entender nadie, pero igual deben citar con exactitud (y lágrimas de risa en los ojos), por rigor informativo. Y si nuestros líderes no saben hablar, ni redactar, ni leen nada, cómo pretenden que lo hagan los estudiantes. Bastante tienen con aprender esos idiomas de tontos que, de pantalla en pantalla, se expanden por el firmamento en forma de negros nubarrones. Por supuesto, si no entiendes el lenguaje, no entiendes la realidad. Salvo que estés entendiendo otra realidad diferente, poco o nada lingüística. Lo que están haciendo esos jóvenes tan machacados por PISA (la OCDE, una organización para el desarrollo económico). Prepararse bien para el futuro.