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Un juez y un fiscal de Balears han sido condenados a nueve años de prisión por obstrucción a la justicia, coacciones y omisión del deber de perseguir delitos. No hace falta abundar en este episodio porque ya se ha hablado mucho del tema y del daño gratuito que provocaron a distintas personas que fueron declaradas inocentes. La pregunta es si este tipo de instrucciones se produjeron de forma sistemática en los juzgados de Balears, si todos los supuestos casos judiciales eran tales o simplemente se convirtieron en una plataforma de lanzamiento para convertir en estrellas mediáticas a jueces y fiscales.

Hace ya bastantes años me tocó cubrir la declaración de los primeros imputados del ‘caso Palma Arena’. Acudí a los juzgados de Palma y allí permanecí hasta que amaneció. Los cuatro detenidos habían pasado varios días en los calabozos policiales y llevaban horas en las dependencias judiciales. Allí presencié momentos realmente llamativos, por no decir esperpénticos, pero lo que más me sorprendió fue cuando el secretario judicial que trabajaba con el exjuez Castro soltó: «Esperemos que les tome declaración esta noche o no les quedará más remedio que dormir en las calabozos; nunca se sabe qué hará el juez». Los cuatro detenidos declararon pasadas las doce de la noche, en un claro intento judicial de alargar su agonía personal y mediática. Por supuesto, todos ellos habían llegados esposados al mediodía para poder sacarlos en los telediarios. El último que abandonó los juzgados fue Rafa Durán (declarado inocente) y lo hizo pasadas las 5 de la madrugada. No tenía demasiada experiencia en información judicial pero aquella forma de actuar que tuve oportunidad de observar durante muchas horas parecía más propia de una república bananera que de una democracia seria.

Como sabe todo el mundo aquella instrucción se alargó durante muchos años y de los cuatro detenidos, que fueron portadas de los medios televisivos aquel día, dos fueron absueltos y los otros dos condenados por cuestiones bastante menores que no merecían ninguna portada de un telediario. Por lo tanto, hay motivos suficientes para desconfiar de muchas de las instrucciones judiciales vividas en Balears, y sobre todo de jueces y fiscales estrella que el tiempo ha demostrado (a la vista de la gente inocente que ha sufrido de forma innecesaria) que igual son ellos los que, como Subirán y Penalva, tendrían que haberse sentado en el banquillo de los acusados por abuso de poder. Como le ha ocurrido a Joana Mascaró del ‘caso Senderismo’, muchas personas han reconocido condenas en Balears sabiendo que eran inocentes . El problema es que el partido de Mascaró (Més per Mallorca) se aprovechó de estas situaciones para dañar al adversario político, aunque otros más influyentes movieron los hilos desde fuera.