TW
1

Yo sigo con lo mío: los dineros. Hace cien años Albert W. Ketèlbey escribió una melodía sugerente y llena de profundidades que tituló En un mercado persa. De pequeña la escuchábamos en casa y forjábamos esa imaginación que después nos ha llevado a viajar de la Ceca a la Meca en busca de esas mismas emociones que despierta la música. Por cuestiones profesionales, he tenido que tragarme el interminable debate de investidura de Pedro Sánchez, las intervenciones de cada grupo parlamentario, las réplicas, contrarréplicas y respuestas, desde las más airadas a las más jabonosas. No diré que no ha habido momentos cómicos, incluso emotivos y, por supuesto, repugnantes. Al ya presidente del nuevo Gobierno le encantan las cifras y suele exponerlas para demostrar su grado de compromiso con este o aquel asunto: inversiones, transferencias, deuda… y mientras desfilaban por la tribuna del Congreso los representantes de Navarra, Canarias, Galicia… yo no podía dejar de escuchar en mi mente la preciosa creación de Albert W. Ketèlbey. Porque el debate parlamentario, más allá del pequeño detalle de defender la democracia, la voluntad expresada en las urnas, el respeto a las instituciones y sus representantes y blablablá, no es más que un mercado persa, en el que unos compran y otros pagan. Mareaban las cifras, cientos, miles de millones para unos y otros, promesas, competencias, peajes, becas, pagas, gratuidad… una verdadera fiesta. La pena es que este es un país pobre, que genera poco o, al menos, no suficiente. Las ayudas europeas se acaban y deberíamos dejar de depender siempre de la limosna de otros. Y todo mientras desde Bruselas ya se lanzan advertencias de ajustes, que no nos vengamos arriba.