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En estos últimos años los diferentes presidentes catalanes se han caracterizado por dar pasos en todas las direcciones posibles. En 2016 Artur Mas dio su famoso paso a un lado (pas al costat) en favor de su sustituto Puigdemont. No contento con el primero, en 2018 dio otro (el segon pas al costat) en un intento de favorecer nuevos liderazgos. La verdad es que ignoro si ha dado alguno más desde entonces. Pero lo que llama la atención es que se mueva de lado. Por el contrario, Carles Puigdemont se mueve de otra forma: sus pasos son hacia adelante (pas endavant) y hacia atrás (pas enrere). El de la semana pasada fue tan hacia adelante que le va a permitir volver a casa. Comprendemos perfectamente que para volver a casa uno haga todo lo que esté en su mano (o en su pie) y más. Pero ser comprensivos no lo es todo. A los auténticos independentistas, sin ir más lejos, este paso les ha sentado como un tiro. Yo lo que creo es que esto de los pasos aquí y allá debe de ser un fenómeno muy catalán. Desde luego, es una cualidad que no se aprecia en los demás políticos. Después de pensar sobre ello, y no sin divagar a mis anchas, he llegado a la conclusión de que tanto desplazamiento no les ha conducido, precisamente, a avanzar demasiado. Llevan años en el mismo sitio. Y no será por falta de emprendimiento y valentía en sus acciones. Los catalanes tienen fama de hacer muchas cosas (ya lo decía Rajoy). ¿Entonces? Pues no tengo ni idea. Últimamente estoy desarrollando la teoría de la sardana. La sardana es una danza preciosa pero, como sabrán, no lleva a ninguna parte: por mucho rato que la bailes, no te mueves del mismo sitio. Ya puedes alternar pasos cortos y largos a derecha e izquierda y dar saltitos con brío; siempre terminas donde habías empezado. Lo sé por experiencia. En fin, seguiremos investigando…