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Qué contraste, qué gran diferencia de intensidad luminosa entre el comportamiento de la llamada comunidad internacional ante la brutal invasión de Ucrania y la mucho más cruenta de Gaza. Casi se podría decir que la tal comunidad internacional es un eufemismo de EEUU, pero quizá se trate de un efecto de la alta definición, por el elevado contraste que lo delimita y visibiliza todo. Recuerdo que algunos teóricos aseguraban que el contraste es la esencia del arte, no sólo visual sino también literario y conceptual, ya que, precisamente por contraste, se revelan nítidamente detalles ocultos o muy brumosos. Como cuando a mí me inyectaron un contraste para verme el interior del cerebro. En eso consiste la alta definición, en contrastar los brillos para que destaque la diferencia de lo claro y lo oscuro. Y menudo contraste entre Ucrania y Gaza.

Se le ve todo, a la comunidad internacional. Que si siempre nos pareció un invento periodístico, una figura retórica bastante imprecisa y borrosa, como esos nubarrones que se ciernen sobre el horizonte, ahora adquiere unos contornos definidos, y unos límites concretos, que mira por dónde se parecen mucho a los de EEUU. Por fin entiendo de qué hablamos cuando hablamos de la mítica comunidad internacional, también llamada Occidente. Resulta que el contraste no sólo es el secreto del arte, visual, musical o literario, sino de todo. De la realidad, que sólo brota en forma de destellos, por contraste. Como entre Ucrania y Gaza. Momento en el que se dice que tal cosa ha sido contrastada. Que es así, precisamente, tal como salta a la vista. Ah, qué contrastes. España también se distingue mejor por contraste, de ahí que el PP no pare de establecer violentos contrastes entre españoles de verdad y los que sólo quieren destruir España, o la han destruido ya, como el presidente en funciones. Y que ahora quieren destruir Israel, razón por la que Sánchez aún no se ha lanzado en brazos de Netanyahu, como todos los líderes comunitarios. Mira que si además de la esencia del arte, el contraste también es la esencia de la política, nacional o internacional, cuya labor básica es delimitar nítidamente los contornos de todas las cosas, para que se sepa qué son. Para que destaquen por contraste. Como cuando a mí me examinaron el cerebro.