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Es una política de morales no dobles sino múltiples la que se sigue en la Unión Europea. Francia, por ejemplo, mantiene en una semiintegración, semimarginación, en banlieus construidos casi expresamente para ellos, a los inmigrantes procedentes de sus antiguas colonias de África, mientras el sistema monetario de esos países es controlado por la antigua metrópoli. Francia extrae, por ejemplo, en Senegal, materias primas como circonio, fosfatos, hierro, gas, oro, y explota numerosos yacimientos de petróleo y transforma dichas materias primas fuera del país de origen. La población no percibe ventaja alguna y presiona las fronteras de la Unión Europea en busca de un futuro mejor, cuando el futuro mejor ya sería presente si las materias primas se transformaran en el interior del país donde han sido descubiertas. Si, por ejemplo, el petróleo extraído en Senegal se refinara en Senegal. Pero la realidad es otra.

La moneda de África Central se conoce en francés como Franc CFA, donde CFA significa Coopération financière en Afrique centrale. Al depender del Tesoro francés, el franco CFA es un instrumento de control de las economías africanas en manos de Francia. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni considera que el franco CFA obliga a los 14 países africanos que usan esa moneda a pagar al Estado francés el 50 % de sus exportaciones. El resto queda para las clases dirigentes mientras el grueso de la población pasa total escasez de alimentos, medicinas, víveres. Los más aventurados se lanzan al mar en una barca, un cayuco o una patera que llegan a las costas de la Unión Europea donde se inicia otra odisea de ocultación, exclusión, persecución porque son considerados inmigrantes ilegales. O sea, ¿qué hacemos? ¿Primero les robamos su alimento y después los empujamos a la delincuencia? ¿De verdad tienen los europeos más derecho que los africanos al progreso, la libertad, la Justicia?