Ya cuando las primeras críticas a su acción aludió a «que idiotas hay en todas partes» y demostró que ni se arrepentía ni se disculpaba por su acto. Hubieron de pasar veinticuatro horas y un montón de descalificaciones para oírle decir: «Tengo que disculparme; no me queda otra».
O sea, que pedía perdón por la reacción social, política y deportiva y no por el beso en sí que, en su exculpación ante la asamblea en la que no dimitió fue «mutuo, eufórico y consentido». Así que el hombre sigue en sus trece desde el primer momento, porque lo que hace años hubiese pasado inadvertido hoy es motivo de escándalo y reproche como mínimo social. Rubiales sigue pues sin enterarse de que un jefe debe ser respetuoso con un subordinado y más cuando éste pertenece al otro sexo.
En esa época en la que ha quedado anclado Rubiales, las mujeres no habían conseguido los derechos de que ahora gozan –incluido el jugar al fútbol profesional– y actitudes como la del presidente habrían parecido normales y no hubiesen merecido la crítica tanto del PSOE como del PP que, opuestos en casi todo, han sido unánimes en su condena a Rubiales.
Por eso, por ser de otro tiempo y que las cosas han cambiado, de nada le valdrá al dirigente deportivo enrocarse en su cargo, porque el último dinosaurio también desapareció de la faz de la Tierra.
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Señor Arias, ya vemos que son dos las personas que no se han enterado de que los tiempos han cambiado, Rubiales y Angelcaido...
Hi ha una part de la població que encara viu a l'edat mitjana. El problema és que no volen evolucionar i volen endarrerir el progrés natural de la societat
Permitir un LINCHAMIENTO PUBLICO con iniciativa de ministras y ministros SIN CONDENA JUDICIAL nos da una idea del DETERIORO DEMOCRÁTICO QUE SUFRIMOS.