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El pasado mes de marzo tuvieron lugar en Cuba, las elecciones nacionales, en las cuales, ejercieron su derecho al voto 6.164.876 ciudadanos, el 75,92 % de un padrón electoral integrado por 8.120-172 electores. Se eligieron 470 diputados, que el 19 de abril, con la Constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se eligió la elección de su dirección, que lo es a su vez del Consejo de Estado y demás miembros de este órgano, así como del presidente y vicepresidente de la República.   

Y todo ocurrió con la más absoluta normalidad, a pesar de todas las presiones para que el pueblo cubano votara en contra o se abstuviera. Todos los resultados estuvieron avalados y supervisados en primer lugar, por el pueblo cubano, uno de los más cultos, rebeldes y valientes con menos analfabetos políticos del mundo; y en segundo lugar por la presencia de la prensa internacional acreditada en la isla, la cual presenció y participó libremente observando con lupa todo el proceso electoral desde la votación hasta el conteo final. Otro dato a destacar es que a diferencia de otros países (EEUU, Perú, Ecuador etc.) se desarrollaron con total normalidad, civismo y limpieza. Ante esta realidad y carentes de la más mínima prueba y argumentos críticos para poner en sus portadas a grandes titulares descalificando y acusando de fraude las elecciones cubanas optan como respuesta por el silencio o ignorando y manipulando la información.

Pero yo me pregunto: Si son tan malas, poco representativas y antidemocráticas las elecciones en Cuba, ¿por qué la gran mayoría de los medios no informan como son y eligen a sus candidatos y se desarrollan las elecciones? ¿Por qué tanto pánico a la verdad?

La respuesta es simple: la nueva Constitución y el sistema electoral cubano son infinitamente más justos, participativos, representativos y democráticos que el existente en los países capitalistas, cuyas constituciones y sistemas electorales están al servicio del poder financiero

No queda la menor duda que la mayoría de los cubanos-as en este momento difícil y de confusión ideológica en que vive la humanidad sigue apoyando la Revolución.