Si no hubiera nacido el bueno de George Bailey encarnado por James Stewart en Qué bello es vivir, su no existencia habría sido desgraciada para cuantos conoció y trató habiendo existido, pero la ucronía que le propone Clarence, su ángel de la guarda, cuando está a punto de quitarse la vida en un momento de desesperación y desprecio de sí mismo, no solo es el eje en torno al cual gira ése maravilloso cuento de Navidad birlado a Dickens, sino una invitación a imaginar el mundo si no hubieran nacido los canallas que lo entenebrecen. Si no hubieran nacido, por no remontarnos más atrás, Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, o aquí los Franco y compañía, tal vez otros de similar catadura habrían sembrado igualmente la tierra de crímenes y destrucción. Tal vez.
Si no hubiéramos nacido
Palma28/12/22 0:29
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