El boicot de un grupo de radicales por la transexualidad a la presentación de un libro en la Universitat de les Illes Balears, y que se salieran con la suya y la autoridad académica suspendiera el acto, no debería quedarse como un hecho más, propio de personas exaltadas en unos tiempos en los que las manifestaciones de extremismo se convierten en habituales, porque significaría dar carta de normalidad a comportamientos que vulneran derechos esenciales. Tales conductas retrotraen a épocas que deberían continuar enterradas, cuando quienes combatían el pensamiento libre vestían camisa parda, o negra, roja, o azul. La intolerancia ya no es solo un fenómeno propio de determinados campus universitarios norteamericanos en los que una perversa corrección política ha impuesto la censura a cualquier idea que pueda contravenir sus planteamientos.
Cuando sale la intolerancia
Palma18/04/22 3:59
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