Estos tiempos modernos prometían ser mucho más libertarios hasta que hemos entendido que nos dirigen los miedos, los políticos y los algoritmos. Ya no sé si todavía tenemos la potestad de ilusionarnos, creer y decidir. El intervencionismo y la ley acabarán pronto con algunos de los chiringuitos donde fuimos felices. No es nada nuevo, los ciclos y la historia trituraron templos del hedonismo y un buen ejemplo es aquella plaza Gomila de los años de gloria y noches eternas. La fe, algo que se había transmitido en las familias, es un valor que curiosamente apenas tiene presencia en una sociedad egoísta que olvida lo trascendental. Me resulta muy interesante ver qué ocurrirá con las procesiones tras dos años de COVID. Siempre hemos corrido el peligro de que lo folclórico y lo ocioso pudieran erradicar lo que realmente pretendía manifestar el hecho de sacar a la calle todas aquellas imágenes que pasaron de ser altamente veneradas a ser reliquias que languidecen en rincones de templos que la Iglesia custodia sin la ayuda y la comprensión de gran parte de la sociedad.
Fe y Semana Santa tras lo vivido
Palma07/04/22 3:59
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