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El movimiento nazi no salió de la nada, solo creó una colosal masa de robots arrogantes. En los años 20 se extendió entre las masas la fe en la fuerza y la lucha. Hitler escribió Mi lucha porque era el lema de más éxito. Más tarde, Himmler proclamaría que para «sentirse fuerte y estar en el lado sano hay que matar al débil». O sea, atacando del modo más perversamente cobarde al debilitado, un psicópata del populacho se puede sentir importante y fuerte. Asesinar al enfermo o débil ya equivale a sentirse y ser de la clase de los fuertes y supervivientes.

Hace poco me crucé con una pareja de aire enteramente convencional, social e intelectualoide. Denigraban a sus anteriores relaciones. Ella dijo de repente en tono filosófico: «pero aguantar a un depresivo te hace más fuerte». Recordé a Himmler. La frase define el totalitario empuje actual del narcisismo y sus infinitas variantes. La filósofa usó el verbo ‘aguantar’ muy gratificante para los narcisistas malignos cuando humillan y devalúan a sus víctimas antes sus fans psicópatas secundarios. El enfermo, débil mental o carente de fuerza mental es una molestia, algo que ‘se aguanta’, pues ella es superior ante uno que no sale a cuenta. Pero lo llamativo es la frase «aguantar te hace fuerte» que significa que «machacar, humillar y perdonar la vida a un débil te hace sentir fuerte».

Todos conocemos el cáncer del narcisismo a nivel privado, muy enraizado en España. Sin embargo, ahora se impone como pandemia pública de infinitas variantes. Cada decreto administrativo urgente es para que las masas «se sientan fuertes aguantando al enfermo». Si encierran perimetralmente, me jugaría lo que fuera que el habitante de Villaperros se siente fuerte creyendo que el bicho lo tiene el de Villagatos, mientras el habitante de Villagatos se protege creyendo que lo tiene el de Villaperros. Cuando el narcisismo avanza se pide el exterminio del otro, de quien no es parte de mí o de los míos. El vecino es acusado de invisibles enfermedades y se le denuncia por acercarse o no encerrarse y desaparecer. La variante más dura del narcisismo maligno aspira a crear una masa universal colosal, arrolladora y confusa de robots arrogantes con antivirus que se crean que todo el mundo es una copia de ellos mismos, pues solo me junto y acepto vivos a los que son como yo y «nos volvemos fuertes» a través de acosar moralmente, etiquetar, calumniar, agredir, dejar morir o encerrar en campos a quienes son débiles o a quienes declaramos enfermos ocultos aunque estén en perfecto estado físico.