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Balears en su conjunto padece desde hace varios años una preocupante falta de trabajadores. La pujanza del turismo y toda la actividad que lo envuelve focalizan parte de un problema que, según coinciden todas las patronales, va mucho más allá. Este déficit se ha ido labrando poco a poco, pero el final de la pandemia y la reactivación de la actividad, sin duda, ha marcado un punto de inflexión. A la escasez de mano de obra cabe añadir otro factor significativo: la cualificación. La dificultad es doble.

Perfiles específicos.

En este sentido, la digitalización y la eclosión de las energías renovables, por ejemplo, han generado una demanda de perfiles muy específicos que las empresas no encuentran, aunque también se buscan personas formadas en oficios (desde soldadores a electricistas y mecánicos). De hecho, la competencia entre las propias compañías por contratar a trabajadores cualificados es feroz. Según los datos recabados por este diario en base a las estimaciones realizadas por diferentes patronales sectoriales e intersectoriales, las empresas de Balears requieren unos 80.000 trabajadores cualificados.

Los motivos.

Aunque son muchos los factores que explican la carencia de mano de obra, existe cierto consenso entre los expertos: el necesario dominio de idiomas, los salarios poco competitivos e incluso la falta de relevo generacional en los sectores menos atractivos. En el caso de Balears, existe otro factor que dificulta aún más la resolución del problema. Es complicado traer trabajadores de otras partes por el coste del alquiler de la vivienda. Y la realidad es que no se vislumbra una solución a corto o medio plazo. Muchas empresas han optado por la formación de sus trabajadores e incluso se ofertan puestos con alojamiento, aunque esta posibilidad incrementa los costes y resulta dificultosa para las más pequeñas.