Pese a vivir a 20 km de Jerusalén, lejos del foco conflictivo, el asentamiento del mallorquín Simón Salvador está controlado por los soldados judíos. | R.D.

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Este lunes volvimos a contactar con el exchófer de la EMT, Simón Salvador. Nos llamó desde su casa, ubicada en un asentamiento, o ciudad dormitorio, situada a unos 25 km de Jerusalén. «Por aquí, más o menos la cosa está tranquila. Podemos salir, vamos al súper, a hacer lo cotidiano, y yo, como estoy jubilado, el tiempo libre me lo paso en la Yeshivá, o centro de estudios de la Tora y el Talmud, orando o leyendo. Porque a diferencia de Mallorca, y de otros lugares de España, a la gente mayor no la ves por la calle, ya que nos vamos a estos centros de oración y estudio…. ¿Que cómo están las cosas por aquí? Pues ya te digo, donde vivimos, tranquilas. Ha llegado más gente de otros lugares de los que han tenido que huir, y los campos están muy destrozados por las bombas, sobre todo a medida que te vas acercando a Gaza. Yo vivo fuera de la guerra, pero la sentimos. Estamos… ¿cómo se lo diría…? Estamos como cuando la COVID. Poco tiempo en la calle, expectantes por lo que pueda ocurrir. Cerca de donde estoy hay un control de militares, más que nada por precaución. Y en cuanto al conflicto, vemos que se están movilizando los reservistas… Preocupados por los soldados que se están yendo y… Pues que mientras Israel abre un cinturón para que de Gaza salga la gente, ancianos, niños y mujeres sobre todo, Hamás se opone, diciendo que no. Es más, se refugian tras los niños y las mujeres, como si fueran su escudo. Pero todos sabemos quiénes son y qué pretenden».

España vista desde Israel

Al preguntarle si sigue las noticias de España y de Mallorca, nos dice que sí. Por ello, sobre el actual gobierno autonómico, opina que hay que darle un poco de tiempo, «que Francina Armengol, como presidenta del Congreso de Diputados tendría que tomar nota de lo bueno que hizo su paisano, Félix Pons, a quien conocí y admiré», dice, refiriéndose a la imposición de cuatro lenguas en el Congreso. Y sobre la respuesta del Gobierno español al ataque de Hamás, «matando a traición a jóvenes que no hacían más que divertirse, lo cual ha provocado lo que estamos viviendo ahora», dice que le ha sorprendido, «puesto que la mitad está con Hamás y la otra lo condena a su manera. Tampoco entiendo cómo el Gobierno español no ha denunciado a Hamás ante el tribunal de La Haya, como han hecho otros gobiernos».

¿Por qué se queda?

A poco de finalizar nuestra conversación, recibimos de él, a través del Whatsapp, un mensaje. Es un pensamiento en voz alta, en el que expresa los motivos por los cuales siguen en Israel.

‘Por qué he decidido quedarme en Israel’, se titula. A continuación, sigue el texto: «Si te vas del país, el terrorismo gana. Mucha gente me pregunta por qué todavía estoy en Israel. Es una pregunta justa. Israel está en guerra. En hebreo hay una palabra, mishpajá, que significa ‘familia’. En Israel, mis amigos son mi familia. De hecho, toda la nación judía es mi familia. Y mi familia está en guerra, luchando por su supervivencia. Mi familia está de luto. Mi familia está buscando a las personas desaparecidas. Mi familia corre hacia los refugios antibombas. Mi familia no puede dejar de llorar. Mi familia reza para que sus hijos regresen al hogar. Pero yo estoy aquí, en Jerusalén, la capital del único país judío del mundo. Aquí me siento seguro. Cuando comienza la sirena, tengo noventa segundos para llegar al refugio. Paso mis días estudiando en honor a los soldados, haciendo actos de jésed (bondad) para Israel y asegurándole a mi familia que estoy a salvo. Estoy a salvo, pero no estoy bien. Realmente no. No hay palabras para describir la clase de maldad contra la que estamos luchando. Lo único que sabemos con certeza es que nos necesitamos mutuamente. Necesitamos apoyarnos en nuestra mishpajá, nuestra familia. Necesitamos estar en contacto con nuestra familia y amigos. Necesitamos preparar paquetes para los soldados para mostrarles nuestro apoyo. Necesitamos donar para los fondos de ayuda de emergencia. Necesitamos participar en las manifestaciones en favor de Israel. Necesitamos unirnos como una única nación judía para luchar por nuestras vidas. El terrorismo es desgarrador. Es cruel. El mal no conoce límites, pero tampoco tiene límites la fuerza, el amor y la unidad del pueblo judío. Si abandonamos nuestro país, el terrorismo gana. Por eso estoy aquí. Estudiando. Rezando. Haciendo lo que puedo para ayudar a mi pueblo, a mi mishpajá. Si te comunicas conmigo, por favor no me pidas que vuelva a casa ni me preguntes si ya reservé un vuelo. Dime que me amas y que me apoyas. Porque yo amo y apoyo al Estado de Israel. ¡Am Israel Jai!».

Tras el punto y final, Salvador nos confiesa que ha leído lo que hemos leído un poco más arriba en el Aish HaTorah, o El fuego de La Torá, y que lo ha escrito una mujer… «Y lo que he hecho ha sido adaptarlo a mi persona. A lo que pienso, que es igual que lo que piensa ella, que es igual a lo que piensan muchos de los que vivimos en este país, nacidos o no en él, al que por nada del mundo queremos abandonar. Y lo pienso como judío y como español…».

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Luego nos explica que el Ais HaTorah, u organización judía, trabaja para involucrar a los judíos jóvenes en el estudio y conocimiento del patrimonio que tiene este pueblo.

Autobiografía

El próximo día 20 de los corrientes, a las 19 horas, y en el Círculo de Bellas Artes (Unió, 3. Palma), José J. Méndez, escritor, actividad que alterna con la de revisor de Ferrocarriles de Mallorca –trabajos que nada tienen que ver entre sí… O sí– presentará su libro, Nazaret, una isla dentro de Mallorca.

José, a quien conocimos en una de las reuniones que mensualmente organiza El Círculo de Escritores de Balears, nos contó que se trata de un libro que escribió hace unos diez años, y que por una serie de circunstancias personales no publicó en su día, pero que ahora verá la luz.

Una historia real

Obviamente, es un libro autobiográfico, en el que, entre otras muchas cosas, cuenta que él, junto con otros niños, vivían prácticamente en silencio, ajenos a cuanto ocurría, no solo en el exterior de las cuatro paredes de aquel caserón junto al mar de Portopí, que era su hogar, sino en España, en Europa, en el Mundo… Una historia real como la vida misma, llena de matices y situaciones que seguramente nos impactarán... Y enternecerán. Una historia de un edificio y de unos niños que vivieron en él, pero que nada tiene que ver con lo que ahora es, ni con quienes viven el día a día bajo su techo.

Estará con él, en la presentación, participando en ella, Serafín Carballo.