Vista del Campamento de la Victoria, donde han sido realojados grupos del albergue. | Bárbara Cordero

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De las 27 familias que han sido realojadas en el campamento de La Victòria tras el cierre del albergue el pasado domingo solo una de ellas ha decidido alojarse en el área de acampada habilitada por el Govern.

Por otro lado, varios grupos de jóvenes han cancelado la reserva y han decidido buscar otro alojamiento porque «las instalaciones del campamento no se ajustaban a sus necesidades», tal y como explica el jefe del programa de Participación Juvenil e Instalaciones, Pep Lluís Riera. «Esta semana tenían que venir 61 personas y 40 decidieron no venir. Asimismo, dos grupos que venían en septiembre han preferido buscar otras opciones y otros dos se lo están pensando», asevera Riera, que añade que otro grupo de franceses también ha declinado esta opción.

Un grupo de 19 franceses ha sido el primero en llegar al campamento. El jueves pasado recibieron el aviso de que no podrían alojarse en el albergue y que, a cambio, tenían la posibilidad de pasar sus días de vacaciones en el campamento. «Solo una niña nos dijo que no venía, la mayoría de los chicos están acostumbrados a acampar», explican las monitoras de los 16 franceses realojados, Eva Miro y Manon Morand. «Lo que peor llevan ellos son las duchas. En Francia todo es a puerta cerrada y cuando han visto las de aquí se han escandalizado», añaden.

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Este grupo de jóvenes llegó el domingo y tiene pensado quedarse quince días. «Iremos a Formentor, a Palma, haremos kayak y muchas más actividades», aseguran las monitoras, que no ven ningún problema a dormir en tiendas de campaña.

Ante la llegada de los usuarios que no estaban previstos, la organización del campamento ha tenido que habilitar 15 tiendas de campaña más y reforzar la limpieza para cubrir las necesidades de los usuarios. No obstante, Pep Lluís Riera asegura que «montar más tiendas es solo por previsión, ya que de entrada el campamento nunca cubre toda su capacidad».

El centro de acampada cuenta con 310 plazas y nunca se superan. «El campamento cada año ya podía servir a 100 personas más de por sí, así que el realojo no ha sido un descuadre», asevera el responsable. Aun así, este martes el Ejército va a estudiar dónde montar más tiendas para los usuarios venideros, aunque después no se lleguen a utilizar.

Por otro lado, los días que se excedan las 240 plazas del comedor existirán dos turnos de comida que, como desde hace seis años, preparan en el albergue y luego la bajan al campamento. «Cada 15 días una empresa hace un análisis de los alimentos y nunca hemos tenido problemas. Nuestro sistema cumple con todos los requisitos sanitarios», explica Pep Lluís Riera.