Fachada de la clínica Capistrano, en Palma. | Pere Bota

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La Clínica Capistrano de Palma intenta mantener su actividad en medio de un proceso concursal que todavía está abierto. Por el momento, la entidad tiene las puertas cerradas pero, según explica su director, el doctor José María Vázquez Roel, no se debe a la situación económica sino a que él está de baja por una enfermedad. El director espera volver al trabajo en dos meses y mientras, intenta negociar con la administración concursal fórmulas para que la clínica sea viable en el futuro.

La Capistrano se declaró en concurso voluntario de acreedores en marzo del año pasado. El Juzgado de lo Mercantil 1 de Palma inició los trámites para este proceso y nombró como administrador concursal a un despacho de abogados de Barcelona que, desde entonces han tenido el control empresarial de la clínica. El concurso se encuentra todavía en la fase común, en la que se reciben las comunicaciones de los acreedores y se da pie a un posible acuerdo para cerrar el proceso. Si estas negociaciones para salvar la deuda no fructifican en un plan de pagos y no se valora la viabilidad de futuro de la empresa, esta podría verse abocada a un proceso de liquidación.

No es la primera vez que la Capistrano pasa por dificultades de este tipo. Un año antes de declararse en concurso ya pasó por un proceso previo que consiguió cerrar tras alcanzar un acuerdo con sus acreedores.