Maria Salom entra en el salón de plenos con varios cargos del Consell. g Foto: JOAN TORRES

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Los restos de animales muertos se eliminarán en las instalaciones de Tirme junto a los residuos que se importen de Europa. La eliminación de estos restos animales requiere de una gran potencia calorífica por lo que se necesita un combustible muy potente, que en este caso será el material importado.

Aunque el plan no está cerrado, lo más seguro es que la importación de residuos, muy probablemente desde Italia, se active de nuevo en septiembre, según dejó ayer entrever la consellera de Medi Ambient del Consell de Mallorca, Catalina Soler.

El pleno del Consell se reunió ayer de forma extraordinaria para aprobar la nueva tarifa que pagarán los ganaderos por entregar los restos de animales muertos. La nueva tarifa será de 39,45 euros por tonelada, frente a los 130 euros que pagaban hasta ahora por este servicio.

Tarifa bonificada

Se trata de una tarifa bonificada para que los payeses no paguen el mismo precio que los residuos sólidos urbanos.

Los representantes de la oposición lamentaron las prisas de la consellera por aprobar esta nueva tarifa y aseguraron que hasta ayer mismo no se había completado el expediente. La consellera del PSIB Mercedes Garrido se preguntó cómo quedará la tarifa si el Consell no logra importar residuos, ya que en ese caso es probable que tenga que subir la tasa.

Dioxinas

La representante de Més Magdalena Palou se manifestó en la misma línea y acusó a Soler de dejar «un pastel» a los ganaderos. «No queremos que el ahorro de hoy perjudique el aire de mañana», aseguró en relación al aumento de dioxinas como consecuencia de la quema de residuos importados.

«Quien dejó un buen pastel fue el Pacte», contestó la consellera de Medi Ambient Catalina Soler. Explicó que, cuando el PP llegó al poder, en 2011, se encontró con dos contenedores de restos animales pudriéndose al sol en el Dique del Oeste porque el Govern dejó de pagar su traslado a Sabadell, a donde se enviaban para su eliminación. El coste del envío de cada tonelada era de 290 euros, cifra que se redujo a 130 euros cuando los restos cárnicos comenzaron a incinerarse en la planta de Tirme en Son Reus.