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La playa de la Platja de Palma, en verano, se convierte en poco menos que en una taberna. Sobre todo de día, aunque en los últimos tiempos también de noche por botellón turístico.

Y es que, como ya hemos contado en numerosas ocasiones, los turistas alemanes, que son la mayoría de la zona, optan por hacer acopio de vinos y brebajes diversos en ciertos supermercados, donde al ver la demanda existente, han hecho una serie de ofertas presentadas en cubos de plásticos en los que se han introducido las botellas de alcohol y de refresco para hacer el correspondiente combinado. Y encima, añaden las superpajitas para, tumbados o sentados en la arena, absorber su contenido con el que, si no se andan con cuidado, pueden pillar un buen pedal, sobre todo por la cantidad, ya que de la calidad no hablo si no es en presencia de un químico analista. Y luego está, claro, la mala imagen que dan estos hábitos.