Y se produce, además, días más tarde de que el embajador chino en París, Lu Shaye, cuestionara la soberanía de Ucrania sobre la península de Crimea creando un incendio que el ministerio de Exteriores chino tuvo que extinguir esta misma semana. Numerosas voces en Europa han pedido que Pekín, dadas sus buenas relaciones con Moscú, use esa influencia para detener el conflicto, mientras que Ucrania esperaba esta conversación desde hace más de un año, particularmente desde la visita de Xi en marzo a Rusia, donde presentó a Vladímir Putin su plan de paz.
Este pasa por oponerse a las sanciones contra Moscú y respetar sus «legítimas preocupaciones de seguridad», aunque también conservar «la integridad territorial de los países», incluido Ucrania, una postura ambivalente que ha llevado a algunos a criticar a China por poner en el mismo plano al agresor y al agredido.
«China quiere mostrarle a los europeos que puede jugar un papel más constructivo en los asuntos que más les afectan. La llamada demuestra también que Pekín está dispuesto a mantener un delicado equilibrio en cuanto a sus relaciones con Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos», indica el académico Rorry Daniels, del Instituto de Políticas de Asia, al diario South China Morning Post.
Aunque China busca gestionar las expectativas que ha creado como mediador, el hecho de que dé un paso al frente con Xi a la cabeza sugiere que en Pekín están seguros de que puede tener éxito y que le servirá como muestra de su ambición para convertirse en una potencia global. «China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y como gran potencia responsable, desea promover una solución política», comenta hoy el diario oficialista chino Global Times. "Incluso la Casa Blanca acogió la llamada con beneplácito.
Esto acentúa el valor especial que tienen los esfuerzos de China en una situación tan compleja y cambiante como ésta«, agrega el medio. La llamada entre los dos líderes, en la que Xi defendió de nuevo una solución pacífica como la «única salida», dio como fruto el nombramiento casi inmediato de un nuevo embajador de Ucrania en China, al tiempo que Pekín ha designado a un mediador para mantener conversaciones «con todas las partes».
El delicado encargo habría recaído en el exembajador chino en Rusia, Li Hui, según medios rusos y a falta de confirmación oficial por parte de China. «La conversación entre Xi y Zelenski implica sobre todo abrir una puerta, crear una atmósfera y hacer de guía. Hay muchos problemas a solucionar todavía, como el papel que va a jugar ese enviado», explica a Global Times el experto Cui Hongjian, director del Departamento de Estudios Europeos del Instituto de China de Estudios Internacionales.
Según Cui, el enviado chino servirá como avanzadilla para ayudar a la propia China a «entender mejor la crisis y promover mejores soluciones» con el objetivo de que, en el largo plazo, pueda concretar «medidas específicas» para desatascar la guerra. Otros analistas, como Zhang Hong, de la Academia China de Ciencias Sociales, apuntan que Pekín está «cualificado» para interceder en Ucrania, si bien es «mucho más difícil y complicado que cuando medió para que Irán y Arabia Saudí alcanzaran un acuerdo» porque, asevera, «estos sí tenían autonomía estratégica y eran independientes en sus decisiones».
«Kiev está muy influenciada por Washington, y es muy pronto para crear unas expectativas muy altas para una salida inmediata a la crisis. Tomará tiempo», indica. Mientras, Li Haidong, de la Universidad de Asuntos Extranjeros, señala que otros países ya intentaron mediar en vano y que es ahora el turno para que Rusia y Ucrania busquen a alguien «que actúe desde la credibilidad, la influencia y la sinceridad». «China ha hablado con Rusia, con Alemania, con Francia y con la Unión Europea, o con países más neutrales como Brasil. Esto ha hecho que se crearan condiciones más maduras para la conversación entre Xi y Zelenski, y muestra que China está realmente preparada para mediar», remata.
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