Lo puede anticipar “el efecto Biden” que así llaman, desde Europa, al sentimiento del buen camino que emprenden las cosas que pone en marcha el presidente demócrata. Su campaña de vacunación acelerada; las medidas progresistas y ecologistas incluidas en su plan de relanzamiento y mejora de las infraestructuras; su reencontrado optimismo, mientras nosotros navegamos entre la pandemia y la fragmentación política. Solo han pasado dos meses entre su toma de posesión y la llegada de los primeros cheques a los hogares norteamericanos con un efecto económico inmediato. En cambio, nosotros los europeos nos planteamos en marzo el plan de recuperación, lo aprobamos en junio, pero al parecer los estados miembros no dispondrán del dinero hasta diciembre, condicionado al plan para retornar a la senda de estabilidad. Y menos mal que estamos en Europa; si no, la evolución de nuestra democracia hacia el autoritarismo sería imparable.
Ha llegado el futuro
23/07/21 10:13
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