Josep Alorda posa frente a la granja de su padre donde rodará a finales de mes. | M. À. Cañellas

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Josep Alorda se embarcó en Guaret, el personal proyecto de Pedro Mas para teatro, hace ya dos años. El cineasta mallorquín se sintió interpelado por el texto de Mas en el que unía su propia biografía con la poesía de Damià Huguet salpimentando todo con imágenes caseras de la familia del escritor. Era un relato sobre la identidad, la pertenencia y el vínculo paterno como horizonte de todo ello. Para Alorda fue obvio que todo aquel potencial era digno de ser explorado desde el cine y Mas estuvo de acuerdo, pero le puso una condición: hazlo tuyo. El resultado es un cortometraje personal, que muchos no dudan en calificar de experimental, y ha sido seleccionado por el D’A Festival de Barcelona dedicado al cine alternativo.

El cineasta Josep Alorda, autor del cortometraje de 'Guaret' FOTO: M. À. CAÑELLAS

Guaret visita este fin de semana la cita fílmica y Alorda explica que el proceso de crear el corto fue similar a «intentar crear un jarrón» por lo «artesanal» del proyecto. Para el material gráfico, Alorda apenas rodó, sino que se nutrió del Arxiu del So i la Imatge de Mallorca, vasto paraíso para quien esté dispuesto a bucear en él que casi supuso «no tener límites» a la hora de trabajar para Alorda, lo cual, paradójicamente, «te limita mucho».

Así pues, Alorda se dedicó a buscar y buscar las imágenes que mejor funcionaban donadas durante años al Arxiu. Añade el director que este método de trabajo era «hasta lógico» con la temática misma del film ya que «trata de la búsqueda de identidad mediante el cine doméstico» y, al fin y al cabo, «tenía sentido usar imágenes caseras de otra gente y otras épocas para contar la historia de Pedro [Mas]».

Y si bien es cierto que Guaret es en origen la historia de Mas y, en parte, de Huguet, no es menos cierto que también es la historia de la Mallorca reciente, la de todos, la que ha desaparecido o está en proceso de ello y la que perdura, la que sobrevive. Y todo ello entronca perfectamente con el conjunto de la obra de Alorda, quien explora estas temáticas desde lo privado, desde las realidades de los habitantes de los lugares que le interesan, como su propio pueblo, Santa Eugènia, donde rodó Primavera Esvaïda, o el conjunto de la Isla.

El padre de Alorda protagonizará el cortometraje que rodará a finales de abril.

Por ello, no es difícil tejer un hilo conductor con su próximo proyecto, en el que también tienen importancia el carácter familiar de lo próximo, de lugares que conocemos, como la granja familiar, o incluso su propio padre y las relaciones entre ambos. De hecho, el propio padre de Alorda será quien protagonice este nuevo proyecto que rodará a finales de abril y que todavía no tiene título.

Se trata de un nuevo corto sobre un «personaje que tengo en mente y con el que me gustaría hacer un largo» que es un «pagès del interior de Mallorca que perdió a su hijo por un accidente en la misma granja» lo que provoca que aunque sea una buena persona se recluya y encierre en sí mismo, sus animales y sus tierras porque «no es capaz de superar esta pérdida tan trágica».

Tal y como destaca el propio Alorda, se trata de una manera de retratar «la otra Mallorca, esa de interior en la que también hay estas historias, más allá del sol y playa». Una manera de colocar una bandera a medio camino entre el orgullo y el auxilio de una «cara desconocida» de la realidad isleña en un contexto en el que, tal y como sentencia el propio cineasta, «hay quienes ni se imaginan que en Mallorca hay granjeros».

No es de extrañar, pues, que el otro proyecto que Alorda tiene en marcha sea, precisamente, «retratar la esencia de nuestra Mallorca, esa que cambia cada día». Se trata de L’art del no res, una recopilación de vídeos cortos que Alorda ha ido rodando con su cámara analógica por varios lugares y momentos de Mallorca y otras de las islas como Eivissa y que expondrá en el Taujart de Santa Eugènia el 13 de abril.

Una de las imágenes grabadas por Alorda y que forman parte de 'L'art del no res'.

La esencia es «captar el agridulce paso del tiempo, retratar la Mallorca de ahora que en 20 años será muy diferente, y así poder recordarla». En sus tomas, puede uno ver cosas mundanas, como un crespell y un café con leche en Ca’n Joan de s’Aigo, pero con la luz y el encuadre que Alorda es capaz de captar logra «elevar algo que no parece nada a arte».