«Me considero un músico clásico de mi época», comenta Guillem. El músico, residente en Madrid, aterriza en la Isla para demostrar que «el ruido es música y la música es vida». Su actuación contará con la colaboración de la banda municipal de viento de Manacor, compuesta de un total de 50 miembros. Además, Guillem ha construido una instalación sonora dentro de la exposición con restos encontrados en los diferentes puntos verdes de la Isla. «Ahora estoy pensando cómo narices voy a entrar y salir de ahí dentro», bromea.
«Quiero que los asistentes sientan lo mismo que los terroristas cuando veían que llegaba el final», detalla Guillem. La performance comenzará con los músicos esparcidos por todo el espacio del museo, que comenzarán a crear una sensación de tensión con sonidos lentos y graves.
Poco a poco se irán acercando a la instalación sonora. Será ahí, donde a la media hora de que comience la actuación, «todo explotará». «En ese momento empezaré a crear sonido con todo lo que esté a mi alcance», asegura el percursionista.
Al mismo tiempo, la banda aumentará la intensidad y se elevará el sonido al agudo para «herir la sensibilidad del espectador». El momento, que durará un total de dos minutos, tiene un objetivo claro: «Nadie puede estar cómodo», comenta. Después, llegará el polvo, el silencio y poco a poco, los músicos irán desapareciendo hasta que el propio Guillem abandone el set.
Así, el percursionista acompañará la obra de Elena del Rivero. Ambos proyectos pretenden «la memoria colectiva y el dolor», el polvo, de un hecho que marcó un antes y un después en la sociedad actual.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.