Este viernes, parte de su obra y él se encontraron en los varios espacios de Gerhardt Braun en Palma, cuya llegada se aplazó durante meses por la pandemia, para celebrar una de sus grandes openings y añadir «cuatro piezas nuevas más, de esta misma semana», dando la razón al título de la muestra, que estará disponible hasta el 25 de septiembre, y que es Unstoppable.
Por fin de vuelta en la Isla, ¿feliz por ello?
—Lo cierto es que sí. He venido muchas veces a Mallorca porque tengo una muy fuerte relación con esta galería, Gerhardt Braun, que es preciosa y está en una ubicación excepcional. Ellos son el motivo por el que haya venido tanto y, espero, siga viniendo en el futuro.
Debería haber venido hace meses, pero a causa de la pandemia se atrasó, ¿cómo ha vivido esto?
—La pandemia ha sido algo malo para todo y para todos. El virus canceló lo que queríamos hacer, que de hecho era inaugurar en Marbella. Pero ahora estoy aquí y estoy muy emocionado porque siempre tengo muy buen rollo en Mallorca. Me encanta la gente, su atmósfera y mi creatividad se expande aquí, sobre todo en Palma, donde tengo muchos amigos y me siento muy seguro.
¿Cómo describiría su propio arte?
—Como un estilo expresivo abstracto. Pinto con colores muy vivos, brillantes y chillones, además de realizar figuras abstractas de personas a las que veo y siento de esta manera. También pinto su comportamiento o su relación con los demás porque la vida tiene muchas situaciones muy diferentes y mi estilo es pintar a la gente en esos momentos tal y como yo los veo.
¿Cómo de importante es para usted su relación con el público y cómo reaccionen a sus obras?
—Para mí es muy importante ver las reacciones de la gente y sentir sus emociones cuando entran en la exhibición. Cuando veo esto me vuelve muy feliz. Pintar, para mí, es emocionante porque es mi vida, mi pasión. Moriría por ello, y es lo que quiero enseñarle a mi público. Por eso siento mucho orgullo cuando veo la cara de la gente y en sus ojos capto la emoción ante mi pintura. Estas reacciones me vuelven muy feliz.
Usted tiene una gran base de seguidores en redes sociales, ¿cómo de importante cree que es tener presencia online para un artista?
—Diría que en mi caso es algo normal. Forma parte de mi generación y de la gente que tiene más o menos mi edad. Todo el mundo tiene una cuenta de Instagram o algo y es algo que no veo tan importante, sino natural. Sí que lo veo como una oportunidad para enseñar mi arte porque de eso va la cosa. Es decir, el arte no es solo algo elitista, para ricos o para aquellos que tienen el dinero suficiente para comprarlo, sino que quiero enseñárselo a todo el mundo, sin depender de dónde vienen o quiénes son. No todo es gastar dinero, sino que la cosa es sentir el arte, poder ir a una exhibición y disfrutarlo. Además, a la gente joven cada vez les interesa más y creo que tiene que ver que haya alguien como yo, que habla su lenguaje y pertenezca al mundo artístico. Por esta razón cuelgo todas mis obras en redes.
Sus inauguraciones son eventos por todo lo alto, ¿qué han preparado para esta?
—Hemos traído cuatro piezas nuevas que he realizado esta misma semana, que es de lo más destacado junto a la escultura, que es la más grande que he hecho nunca. También haré unas performances pintando y haciendo unos sketches, de modo que muestro a la gente la calidad de mi arte y cómo empiezo a pintar una obra cuando tengo una idea. Para mí es muy importante hacer cosas así porque todo, la música, la gente, las reacciones, la inspiración, forma un todo al que está invitado todo el mundo.
¿Qué le diría a la gente joven usted, que empezó siendo un niño a pintar?
—Que hagan lo que vean. En mi caso, a mí me encanta pintar y sabía que quería que fuera mi vida. Solo pensaba en eso y en pasarlo bien.
1 comentario
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Es lo que pensaban los muralistas mejicanos, como Rivera, Siqueiros, etc., cuando pintaban grandes murales en los edificios públicos. En las grandes dimensiones, destacó Josep Maria Sert que decoró el edificio Rockefeller, el palau Joan March, etc. Me gusta el cromatismo de su obra palmesana.