La artista María José Montiel, inmortalizada en Palma, se siente desde hace años muy unida a Mallorca. | Pere Bota

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El tradicional Festival de Pollença recibe a la mezzosoprano María José Montiel, encargada de cerrar esta 58 edición. Junto al pianista Miquel Estelrich, ambos ofrecerán este sábado a las 22.00 horas, en el Claustre de Sant Domingo, un sentido homenaje al compositor mallorquín Miquel Capllonch, interpretando varias de sus románticas partituras, así como de otros compositores, como Clara Schumann, en una actuación que buscará recrear el universo en el que Capllonch desarrolló su talento. «El público se sorprenderá del enorme lirismo y versatilidad que albergan las composiciones del músico mallorquín», asegura Montiel.

La cantante madrileña mantiene una muy estrecha relación con la Isla. Desde que con diecisiete años, una joven María José se enamorase de la fuerza visual del paisaje mallorquín, la artista reconoce disfrutar de poder volver a cantar en un lugar «tan significativo» para ella. Su interés por Capllonch y su obra la convierten en una gran embajadora del patrimonio musical de Mallorca, y no duda en reconocer sentirse «mallorquina de corazón».

Conocedora de la sensibilidad cultural que procesa gran parte de centroeuropa, tras cursar sus estudios en Viena, Montiel destaca la gran diferencia que ella encuentra en España respecto al trato que aquí recibe la cultura. «Capllonch es una de estas figuras de la historia española que no ha sido justamente valorada. Desgraciadamente, esto pasa más a menudo de lo que debería. Uno se encuentra luego con que en el Capitolio de los Estados Unidos hay una estatua de Fray Junípero Serra y aquí nadie sabe quien es».

La intérprete destaca también la enorme labor que ha desarrollado Estelrich, uno de los pianistas baleares más destacables, en torno a la figura de Capllonch. «Ha hecho una gran labor de investigación, recopilándola en libro que pienso llevar a Berlín para mis alumnos».

Con su cátedra casi recién estrenada en el país natal de Strauss, Schumann o Händel, Montiel trabaja en la ciudad alemana compaginando su carrera con su nueva faceta de docente.

«La vida me ha llevado a Berlín y estoy realmente agradecida de poder seguir con mi trabajo y además de contar ahora con mis propios alumnos». Tras haber sido galardonada en 2015 con el Premio Nacional de Música, Montiel no ha parado de trabajar y de seguir sumando éxitos a su currículum. Esta última temporada de verano, que la mezzosoprano inició con la ópera Sansón y Dalila en el Teatro Romano de Mérida, y que cierra con su actuación en Pollença, sólo son un atisbo de las numerosas citas que la cantante tiene por delante. «De momento, tras el Festival de Pollença, mi próxima cita en la Isla será para el aniversario de la Simfònica».

Deseando conmover esta noche a su público, Montiel asegura que la recompensa más grande que puede tener es «sentir que el espectador ha disfrutado». «El arte tiene esa función de conseguir que el público se evada y se emocione». Con varios frentes abiertos en el terreno profesional, Montiel muestra el compromiso con el que afronta sus proyectos, sentenciando «soy artista cuando canto, cuando actúo y cuando doy clase».