Las labores de restauración y conservación de las veinticuatro vidrieras se han prolongado durante tres años, ya que, al comienzo del proyecto, se hallaban en un estado bastante precario, según ha explicado Moreno.
En este sentido, el restaurador ha señalado que durante el proceso detectaron como se habían realizado intervenciones a lo largo de los años, tales como, reposición de vidrios que no correspondían ni en color ni en textura a los originales, además de líneas de plomo que atravesaban los diseños de los escudos, confundiendo visual y estéticamente la intención de los vidrieros que en su origen los crearon (Casa Amigó de Barcelona).
Del mismo modo Moreno ha indicado que la restauración hizo un gran hincapié en la consolidación de la estructura en cuanto a la red de plomo, en la sustitución de piezas que no correspondían con las originales y en la fijación de las grisallas (pintura con la que se decoran los vitrales y que requieren de la cocción en un horno de vidriero para que se incorpore por fusión a la capa superficial del vidrio).
Una de las principales causas del deterioro y degradación del vitral era la ausencia de un vidrio de protección que cumple la función de aislar al vitral de las influencias adversas del exterior, problema que se ha subsanado durante la restauración.
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