Los científicos Salvador Macip y Manel Esteller abordan la posibilidad de manipular el envejecimiento para vivir más y mejor en el libro 'El secreto de la vida eterna' (Grijalbo en castellano, Rosa dels Vents en catalán) y auguran que los fármacos llegarán en unas décadas: «La primera persona que tomará una píldora antienvejecimiento ya ha nacido», según Macip.
En una entrevista de Europa Press, aseguran que el envejecimiento no se debe aceptar como algo biológicamente inamovible: «Hemos descubierto bastantes cosas ahora como para empezar a pensar que podemos frenarlo, ralentizarlo, modificarlo y cambiarlo», dice Macip, investigador de la Universidad de Leicester.
Sin embargo, Esteller constata que aún no es posible frenar el envejecimiento con medicamentos y que de momento la única forma de hacerlo es hábitos de vida saludables, como evitar el sedentarismo, el alcohol, el tabaco, los alimentos poco saludables y las infecciones víricas, entre otros.
Esteller, director del Institut de Recerca contra la Leucèmia Josep Carreras, prevé que este fármaco antienvejecimiento sea una 'multipil', es decir, una píldora que tendrá varios agentes biocelulares dirigidos hacia dianas relacionadas con el envejecimiento prematuro.
Ambos investigadores ven necesario disponer de fármacos más específicos contra determinadas moléculas relacionadas con el envejecimiento y, a la vez, que estos medicamentos no generen efectos secundarios a las personas que los tomen.
Animales: "la inmortalidad no es una ficción"
Esteller ha advertido de que los fármacos contra el envejecimiento pueden originar otras enfermedades (del mismo modo que hay más casos de Alzheimer ahora porque la gente vive más años), por lo que, si se alarga la esperanza de vida, puede que aparezcan nuevas enfermedades de las que no se dispone información.
Los dos remarcan la importancia de seguir investigando y de aprender más de otras especies: hay animales y plantas capaces de vivir siglos, como los tiburones y las tortugas, y «a lo mejor alguno de ellos guarda la clave del antienvejecimiento», ha dicho Macip.
«Hay animales que no envejecen, que sus tejidos están siempre frescos y, si los pones en unas condiciones adecuadas, podrían vivir para siempre, no se degeneran. No nos lo hemos inventado, la inmortalidad no es una ficción de los humanos, es una realidad biológica, existe. La pregunta es ¿se pueden trasladar estos conocimientos a los humanos?», se ha cuestionado Macip.
Maneras de envejecer
De acuerdo con las claves de la medicina moderna que avanzan hacia fármacos personalizados que se adaptan a las patologías de cada persona, los investigadores valoran la posibilidad de que el envejecimiento no sea homogéneo y que cada persona, e incluso cada parte del cuerpo, envejezca de forma distinta.
Así, el hígado de una persona puede envejecer más rápido que su cerebro o su piel, por lo que Macip no descarta que en unos años se pueda diferenciar entre tipos de envejecimiento (de la misma manera que hoy se distinguen los tipos de cáncer de mama) y recetar tratamientos acordes a su forma de envejecer.
Factores sociales a adaptar
Esteller ha avisado del impacto socioeconómico que puede tener un fármaco antienvejecimiento que permita a vivir hasta los 125 años y se ha preguntado qué mecanismos impulsar para que el sistema actual pueda gestionar vidas tan longevas.
Para Macip, el trabajo, la jubilación y la soledad no deseada son algunos aspectos que los investigadores plantean abordar: «Lo primero que debemos conseguir es que la gente quiera vivir y que esté activa, que esté implicada en la sociedad, integrada».
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