Los jugadores del Atlético Baleares celebran el tanto de la victoria ante el Melilla, obra de Nuha Marong, el pasado domingo en Son Malferit. | J. PADILLA

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El Atlético Baleares quiere empezar a reescribir su historia en Anduva. Hoy (18:45/IB3 y Cuatro) los balearicos desafían a su pasado, el que les dejó con la miel en los labios precisamente ante el Mirandés hace siete años y el que está plagado de episodios de sufrimiento. Tras más de medio siglo de espera para volver a Segunda, el grupo de Manix Mandiola quiere alterar el rumbo de una entidad acostumbrada a más ejercicios de supervivencia que a celebraciones.

Anduva, como en aquella eliminatoria de campeones de la campaña 2011-12, vuelve a marcar el camino, pero no todo se reduce a hoy. La vuelta en Son Malferit alimenta un sueño que en cualquier caso empieza a forjarse esta tarde. El objetivo no es otro que conseguir un resultado que permita encarar la vuelta con garantías. Marcar sería un botín valioso y ganar una recompensa extraordinaria, pero la premisa del ATB es salir vivo para apelar a su fortaleza el domingo 30.

El 0-0 en la ida ante el Racing y el Melilla es un resultado que el propio Mandiola firmaría en Anduva. Lógicamente el preparador vasco no renuncia a un premio mayor, pero plantea una eliminatoria tan igualada y cerrada como las anteriores que se resolverá en Palma. El Mirandés, advertido por los precedentes en estos playoffs, tiene claro que quiere viajar a la Isla con al menos un gol de ventaja.

El principal contratiempo del ATB es la baja de última hora de Rubén González, que se une a Kike López en la enfermería. Mandiola tendrá que configurar una nueva defensa en la que José Peris ya venía actuando como lateral derecho y Villapalos como pareja de Guillem Vallori. Biel Guasp se postula como el relevo natural de Rubén en la banda zurda, aunque se maneja la alternativa de devolver a Peris a la izquierda con Álvaro Vega entrando en el once para la derecha.

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La idea de Mandiola es repetir el centro del campo del Álvarez Claro de Melilla con Pedro Ortiz por delante de Francesc Fullana y Marc Rovirola y Samuel Shashoua y Canario entrando por las bandas. El buen momento de Nuha Marong, autor del tanto de la victoria en las semifinales, se erige en una de las principales bazas ofensivas del ATB junto a su poderío en las acciones a balón parado.

Los blanquiazules no conocen la derrota en lo que va de 2019 apoyados en su sentido colectivo y su capacidad de trabajo y sufrimiento. El de este domingo será un partido para volver a exhibir personalidad de inicio, cuando el Mirandés presumiblemente salga en tromba para intimidar, y para lucir humildad y solidaridad, ya que los locales tienen muy claro que quieren mandar en los partidos desde la posesión y en muchas fases tocará correr detrás del balón.

La lesión de rodilla de Hugo Rama es uno de los problemas del Mirandés, que puede echarle de menos para desatascar el partido. Durante la temporada ha tenido problemas para hacer frente a equipos que se encerraban en su parcela y el gallego era uno de sus principales agitadores. Los locales disponen de más talento que músculo del centro del campo hacia delante.

El bagaje de las eliminatorias previas supone un poso de madurez de gran valor para el ATB, que ha aprendido a gestionar los tiempos del partido y que ha demostrado que sabe resistir en ambientes hostiles. Lo hizo en El Sardinero y ahora no se verá sorprendido por la atmósfera que le espera en Anduva, donde más de 300 balearicos tratarán de hacerse oír entre los cerca de 5.000 ruidosos hinchas locales.