Rafel Gaspar Miralles Vich, un joven cámara de televisión de 22 años. | R.S.

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El 2 de mayo de 2014, un piso de la localidad mallorquina de Campos se convirtió en el escenario de un crimen dantesco: un carnicero de 53 años, llamado Marcos Ferragut Pizá, asesinó de diez puñaladas a su 'amigo' Rafel Gaspar Miralles Vich, un joven cámara de televisión de 22 años. Se cumplen diez años de un crimen que estremeció a Mallorca. Esta es la crónica de unos lúgubres acontecimientos que, una década después, siguen grabados a fuego en la memoria colectiva de los vecinos de Campos.

Marcos, vecino de Campos, asesinó a puñaladas a Rafel, que vivía en Montuïri, porque, según confesó él mismo, se sentía extorsionado por sus deudas por drogas y por un vídeo de carácter sexual. Esa mañana, los dos varones se vieron en el edificio Ferragut, ubicado en el número 30 de la Avenida Nicolau Oliver Fullana. Al parecer, el carnicero estaba enganchado a la cocaína y últimamente, como ya no tenía dinero para costeársela, había vendido joyas de su mujer por valor de 30.000 euros. Sin embargo, seguía debiendo unos 12.000 euros al fallecido. Además, éste supuestamente le amenazaba con difundir una grabación comprometedora.

A las 10.00 horas, Marcos Ferragut perdió el control. Discutió acaloradamente con el joven de Montuïri en el rellano de su casa, en un tercer piso, y le golpeó en la cabeza con una botella de cristal. Rafel Gaspar quedó aturdido, y el otro aprovechó el momento para arrastrarlo al interior de su casa. Luego cerró la puerta y dejó al muchacho en el pasillo. Cogió un gran cuchillo de la cocina y comenzó a apuñalarlo, hasta en diez ocasiones.

Los equipos sanitarios trasladan el cuerpo sin vida de Rafel al Instituto Anatómico Forense.

La mayoría de las cuchilladas fueron por la espalda y una de ellas le atravesó el pulmón, causándole la muerte. Los vecinos, que escucharon gritos y golpes, llamaron al 112 y los primeros en llegar fueron los policías locales de Campos. Nadie abría la puerta, así que pidieron la ayuda de los bomberos de Llucmajor. La puerta era blindada y no pudieron derribarla, de forma que decidieron entrar por una ventana.

La escena era dantesca. Rafel yacía boca abajo, con un cuchillo clavado en la espalda, del que sólo asomaba el mango. Alrededor, había un gran charco de sangre. A pocos metros, en uno de los cuartos, se encontraba el asesino, balbuceando. No ofreció resistencia. Los médicos intentaron reanimar al muchacho, pero ya había fallecido. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Manacor se hizo cargo de la investigación y el homicida, al salir esposado del piso, insistió en su versión de la extorsión: «Ya no podía más».

El asesino confeso, custodiado por la Guardia Civil, a la salida del piso de Campos.

El carnicero de Campos consumió cocaína con su víctima antes del crimen. Los análisis realizados en la investigación encontraron tanto en el agresor como en el fallecido restos de consumo de estupefacientes, algo que concordaba con el relato de los hechos de la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil.

Los dos hombres se reunieron esa mañana de madrugada en el domicilio del agresor en Campos. Como hacían de forma habitual compartieron droga. Esa mañana tuvo lugar una discusión durante la cual el detenido apuñaló hasta en diez ocasiones a la víctima. Después limpió el rellano y se quedó en la vivienda hasta que la Guardia Civil lo detuvo.

Rafel Gaspar Miralles era muy conocido y se relacionaba con famosos y actores.

Ferragut mantuvo que había sido chantajeado por la víctima durante meses. En su versión aseguró que siempre que quedaban, el joven de 22 años le daba cocaína. El día de los hechos explicó que en la casa coincidieron con su mujer y luego tomaron droga. De acuerdo con este relato le exigía unas joyas para saldar una hipotética deuda entre ambos. Ese fue el detonante para que Ferragut le golpeara primero con una botella y luego le apuñalara.

Las joyas que provocaron la discusión incluía piezas valoradas en 20.000 euros. La Guardia Civil sospechó que durante meses, Ferragut vendió joyas de la familia para poder costear su adicción a las drogas y la doble vida que mantenía entre su matrimonio y Gaspar Miralles.

Marcos Ferragut, junto a su abogado Tomeu Salas, en el juicio en el que fue condenado.

En junio de 2016, el jurado popular declaró por unanimidad culpable de asesinato con alevosía a Marcos Ferragut y apreció la circunstancia atenuante de arrebato u obcecación. El tribunal popular consideró probado durante el juicio que el día de los hechos el agresor y la víctima discutieron y el acusado golpeó a la víctima por la espalda con un objeto romo en la cabeza y le asestó una puñalada con un cuchillo en el tórax, así como otras nueve por la espalda, de forma rápida y con dirección al corazón.

El jurado consideró que el asesino no actuó con el objetivo de causarle mayor sufrimiento a la víctima, porque la última parte de la agresión se produjo cuando el joven ya estaba semiinconsciente, de manera que no apreció la agravante de ensañamiento que solicitaron la Fiscalía y la acusación particular, en representación de los padres del joven.

Según el veredicto, el jurado sí que contempló que aquel día el acusado había consumido drogas y alcohol «en cantidades importantes» junto a medicación contra la depresión y que había sido amenazado por el joven con que iba a publicar unos vídeos de carácter sexual de ambos que había grabado la noche antes. Además el acusado se dio cuenta de que el joven le había robado joyas en su domicilio.

Tras el veredicto de culpabilidad, la Audiencia Provincial condenó a 16,5 años de cárcel al carnicero de Campos. Pero un año después el Tribunal Supremo rebajó la pena a 13 años de cárcel para el asesino de Campos. El alto tribunal admitió el recurso planteado por el abogado de Marcos Ferragut. La Sala apreció la atenuante de arrebato como cualificada y rebajó tres años y medio la condena.