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En esta cinta (James L. Brooks, 1997) se presenta a un escritor con egoísmo extremo, solo preocupado en satisfacer sus propias necesidades. Cuando presentaba en la Universidad de Minnesota el sistema español de trasplantes y su base solidaria, una compañera me interrumpió diciendo que a ella lo único que le interesaba era asegurar un trasplante para su hija si fuese necesario, un posicionamiento en exclusivo beneficio propio. Apoyamos a los líderes que van en nuestra dirección, aunque sean de dudosa moralidad o incluso estén inmersos en procesos judiciales. El resultado electoral solo se acepta si el nuestro sale elegido. Donald Trump es el ejemplo paradigmático. Llegó a afirmar que podría matar a varias personas en la Quinta Avenida y que pese a ello le seguirían votando y posiblemente sea verdad. La consecuencia de esta actitud es la creciente y peligrosa polarización de la sociedad, que puede dinamitar los principios de paz y solidaridad surgidos tras la segunda guerra mundial.

La indisimulada escora de los políticos a favor de sus intereses ha sido denunciada en el informe de Amnistía Internacional 2023. Para su secretaria general (Agnès Callamard), esto representa un retroceso de siete décadas. Ignorar las convenciones internacionales ya no avergüenza a los gobiernos. El doble rasero ante la situación en Gaza, o que los trabajadores de la UNRWA fuesen condenados antes de juicio sin fundamentos sólidos, son dos ejemplos recientes. Su comisario general Philippe Lazzarini denuncia la intención de Israel de privar a los palestinos de su condición de refugiados.

Si ciudadanos y políticos prescindimos de los principios básicos de solidaridad y honestidad, no debe extrañar que los carteles de la droga y otras organizaciones mafiosas se adueñen de cuotas crecientes de poder con el apoyo de ciudadanos, políticos, jueces o policías corruptos. Somos como Melvin, el egoísta de la película magistralmente representado por Jack Nicholson.