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La ternura es una emoción compleja o, mejor dicho un sentimiento, por la amplitud del concepto. Sentimiento que pesa mucho en nuestras manos, cuando agarramos al concepto y sobre todo cuando como profesionales queremos abordar y sumergirnos en el mundo interior de los otros. Con el objetivo de despertar ternura nos vemos censurados en ocasiones, nos perturba hablar a nuestros alumnos (en mi caso de ciencias de la salud) de ternura, igual que de solidaridad, aceptación incondicional y/o altruismo. Al igual que hablar de la muerte, el sufrimiento y el dolor.

Ternura es un proceso profundo ante las personas, animales, cosas y situaciones vividas que se consideran merecedoras de un amor, cariño, delicadeza y dulzura. Fomentar la ternura no está de moda. Sería interesante recobrarlo y poderlo implantar como obligatorio su aprendizaje, de tal forma que mejoraría mucho la vida en la familia, escuela y la propia organización laboral ¿Por qué no hablar de ternura en el lugar de trabajo? Sobre todo, si se trata de un profesional nuevo, sin experiencia, que acaba de aterrizar en la institución o en la propia disciplina ¿Por qué no generar lugares y entornos donde se fomente la escucha, la paciencia y la ternura? Formemos entonces a nuestros profesionales del ámbito que sea, en ello y probablemente la calidad en la atención estará garantizada. Parafraseando a Nubiola (2019), «una ternura inteligente puede cerrar heridas a nivel familiar, pueden pensarse mejor las relaciones laborales para minimizar los conflictos y puede aminorarse la beligerancia social». Se preguntarán ustedes cómo mostrar la ternura y cómo fomentarla. Algunas recomendaciones son: practicar la escucha activa sin prisas, mostrar una expresión facial sincera acompañada de sonrisa y mirada atenta, dar las gracias, usar el por favor y saber pedir perdón, usar un tono de voz adecuado, ritmo y silencios funcionales en conversaciones tanto de la vida cotidiana como laboral. Ser reflexivos y mostrar empatía genuina y sincera. Podemos practicar y sobre todo valorar el efecto en los otros, probablemente se sorprenderá gratamente. Autores de referencia como Bimbela (2022) acuñan el término de pedagogía del amor, también en profesionales técnicos. ¿Por qué no?