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La irrelevancia militar de la Unión Europea ante la apresurada salida de Afganistán, y su exclusión en la posterior creación de la Alianza Aukus, con humillación a Francia incluida, rememora, de inmediato, la historia protagonizada hace unos años por el Nordic Battlegroup.

Se trata de uno de los varios grupos de combate de la UE establecido en Uppsala, Suecia. Una fuerza de intervención rápida integrada por unos 2.400 soldados aportados por varios países participantes (Suecia, Finlandia, Noruega, Estonia, Irlanda, etc.).

La unidad militar se organizó allá por 2007, siendo el tercer grupo de combate en realizar un servicio activo de un semestre de duración, que se repitió en distintas ocasiones colaborando con Inglaterra y Francia hasta 2015.

Pues bien, el mismo año de su creación el grupo se vio envuelto en una inesperada polémica por haber elegido como emblema de su bandera a un león itifálico puesto en pie, portando una espada en una garra y una rama de olivo en la otra. Sin lugar a dudas, pretendía representar el poder y la fuerza propios del rey de la selva, dedicados a la consecución y preservación de la paz. Una idea reforzada con el lema “Omnia paratus” (preparados para todo), es decir, que una potencial intervención bélica violenta tendría siempre como único objetivo los más altos ideales humanistas europeos.

La tiranía de lo políticamente correcto malinterpretó la majestuosa figura del poderoso felino, como no, por su atributo masculino. Por lo que para evitar mayores polvaredas el mando militar procedió a su castración. Evitando, así, que las quejas pudiesen llegar a mayores por discriminación sexual.

Pero ocurrió que el diseñador del escudo, a su vez, elevó la voz ante tal amputación. Recordando públicamente que en la tradición del país nórdico un león capado era emblema de traidores. También argumentó que muchas de las figuras heráldicas del viejo continente muestran a innumerables animales bien dotados. De esta forma la noticia trascendió brindando la ocasión para ver en la fiera cercenada la imagen de las fuerzas armadas de la Unión Europea.

Aquí, tiempo atrás ya vivimos una polémica similar, cuando el público descubrió que uno de los leones de las Cortes carece de testículos. Inmediatamente se dijo que el motivo era el insuficiente bronce de los cañones requisados al enemigo con el que se fundieron esas figuras en la década de 1860. Aunque ciento cincuenta años más tarde, siendo presidenta de la institución Ana Pastor, se creyó que era mejor justificación establecer que uno era macho y el otro hembra a pesar de su aspecto masculino, identificándose con sendas figuras mitológicas.

Ahora, visto lo visto, con la trayectoria de los miembros que quedan en la Unión en cuanto a su papel en el tablero mundial, quizás España podría retomar posiciones de relevancia y liderazgo colocando a un tercer león, no binario, en mitad de la escalinata del Congreso.