¿Churruca gana batallas después de muerto?

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Resulta difícil, aunque ciertamente no imposible, enlazar una mayor serie de inexactitudes, acusaciones gratuitas y victimismos como la que su colaborador Joan Riera exhibe en su columna del día 28.

Después del ridículo protagonizado por el alcalde de Palma al intentar quitar las calles a unos marinos de los siglos XVIII y XIX acusándoles de ‘franquistas’ y después querer arreglar su propio desafuero diciendo que las calles se les quitaban no a los almirantes sino a los barcos de ese nombre (pero resulta ser que ambos buques lucharon durante la Guerra Civil en el bando republicano) aún le sale un defensor a D. José Hila. Y este defensor se llama Joan Riera, para el cual, y dentro de la mejor tradición victimista, la culpa de todo ha sido de las «pataletas centralistas», el «conservadurismo mediático madrileño», los «paradigmas capitalinos» y, cómo no, del franquismo.

Resulta inevitable acordarse una vez más de la revista La Codorniz, que un artículo publicado en 1940, en plena efervescencia iconoclasta tras la guerra, de cambio de nombre de todas las calles que hubiesen tenido algo que ver con el izquierdismo propuso, y ya había que tenerlos cuadrados en aquella época para atreverse con tal propuesta, que lo que había que hacer era cambiar, no el nombre de las calles sino el adjetivo, de modo que la calle ‘del Glorioso Fernández’ pasase a llamarse ‘del malvado Fernández’. De este modo, se daría satisfacción a la pasión política sin perjudicar la orientación ciudadana.

A lo mejor harían bien nuestros actuales munícipes en tener esto en cuenta.