Conferencia íntegra del doctor Rubén Baler. | Youtube Ultima Hora

«El público tiene derecho a saber lo que paga con sus impuestos y a mí me gusta contar lo que hacemos». Toda una declaración de intenciones la de Rubén Baler para iniciar la conferencia del Club Ultima Hora–Valores en Es Baluard Museu bajo el título 'El cerebro adolescente y el riesgo de adicción'. El científico utiliza la neurociencia para empoderar a adolescentes y a sus padres bajo la premisa de que información es poder y a sabiendas de que, a día de hoy, «no se le presta la atención suficiente la cerebro».

Rubén Baler: «El marketing se acelera a costa de nuestra salud y mental»
Rubén Baler durante su intervención.

El investigador del Instituto Nacional de abuso de drogas de EEUU visita Mallorca invitado por la Sociedad Española de Patología Dual, donde participará en el 8° Congreso Mundial de la WADD que este año analiza las adicciones y otros trastornos mentales. Baler ha venido a responder a la pregunta: «¿Qué le está pasando a nuestro cerebro?», que ha realizado al inicio de la conferencia la presidenta del Grupo Serra, Carmen Serra.

El experto ha estructurado la charla en cuatro grandes mensajes: el hecho de que tenemos dos cerebros (y no uno); que se desarrollan a velocidades diferentes; que lo hacen a través de un proceso similar al de la programación de un ordenador y que esto sucede en mitad de un ambiente repleto de imputs que pueden perturbarlo.

Carmen Serra.
Carmen Serra.

Y si bien el lado bueno es que se puede intervenir en positivo durante este proceso de desarrollo, para lo que es útil conocer bien cómo funciona; el lado oscuro es que «la ‘marketización’ para que las empresas sean rentables (de comida basura, de redes sociales o de venta de alcohol) se acelera a costa de nuestra salud pública y mental», ha setenciado poco antes de finalizar el acto.

Rubén Baler ha iniciado su exposición ante una sala repleta explicando los dos sistemas de funcionamiento del cerebro. «Uno está diseñado para dar respuestas rápidas, haciendo comparaciones de forma inconsciente, para crear una historia y reaccionar», ha detallado. Esta parte funciona de forma rápida, automática y a corto plazo y es la que se desarrolla antes.

Los asistentes a la conferencia siguieron con atención las explicaciones de Baler.
Los asistentes a la conferencia siguieron con atención las explicaciones de Baler.

«El segundo cerebro es el que piensa, busca una regla, un patrón. Es lento y trabaja a largo plazo. Su función es más evolucionada y tardía», ha señalado Baler. Habitualmente termina de formarse después de los 20 años, más rápido en ellas que en ellos.

«Un cerebro sano tiene una conversación constante entre estos dos sistemas y decide cuál utilizar en cada tarea», prosiguió la charla. Sin embargo, «las drogas pueden tener un efecto muy dañino en esta danza», ha alertado.

Una sustancia adictiva podría amplificar el peso del sistema 1, ralentizar la comunicación o debilitar la capacidad del 2 para inhibir las respuestas impulsivas. Es algo sumamente importante sobre todo en el cerebro del adolescente, pues en ellos «el sistema 1 está prácticamente maduro, por eso se toman decisiones más sesgadas. Esto explica por qué los jóvenes tienden a tomar más riesgos. Es una característica, no es que sean rebeldes, es que les empuja esta diferencia de desarrollo», ha aclarado el experto.

El biólogo molecular y neurocientífico asemeja este periodo de formación del cerebro con el de la programación de un ordenador. «Las redes neuronales hay que programarlas, es lo que pasa de los 10 a los 20 años». En la práctica, ha dicho, esto sucede sobre dos pilares: la materia gris o conexiones a corta distancia y las conexiones a larga distancia que permiten la formación de materia blanca. «Es la construcción de autopistas de la información, los circuitos que tratan de decidir si me como una galleta más o paro; si divulgo un secreto o si me fumo un porro».

Siguiendo con la metáfora de la programación... «El teclado sería todas las influencias tóxicas a las que se expone el cerebro mientras eso ocurre: bullying, abuso físico, dolor crónico…», ha expuesto. Y en este sentido el investigador es claro, si se toman seis cañas a los 25 años puede dar error; pero si se hace antes de programar el cerebro, igual hay que reinstalar el programa, «por ello en la adolescencia es cuando empiezan la mayoría de los trastornos mentales, porque estos actos dejan una huella difícil de borrar, aunque puedan surgir más tarde», ha indicado.

El neurocientífico ha remarcado la importancia de conocer el proceso de desarrollo porque el saber «nos pone en el asiento de conductor», y permite ser activo frente a los riesgos que perturban esta programación.

Joan Salvà, Carmen Serra, Manuela García, Rubén Baler, Catalina Cirer y Paula Serra.
Joan Salvà, Carmen Serra, Manuela García, Rubén Baler, Catalina Cirer y Paula Serra.

Ésa es la clave, como ha insistido de nuevo al finalizar la conferencia, y cuando desde el público algunos padres angustiados le han pedido consejo. El adolescente debe conocer cómo funciona el cerebro y qué consecuencias tiene el exponerlo a riesgos. También los padres o los profesores deben entender este proceso y ver desarrollo en lo que muchos tildan de rebeldía.

Por último, en su cuarto punto, Rubén Baler ha alertado de que «el cerebro está congelado en el tiempo (apenas ha cambiado desde la prehistoria) pero el medio ambiente no, se transforma de forma dramática y acelerada a cada década que pasa». De esta manera, si los ancestros desarrollaron mecanismos digestivos para acumular grasa porque la hambruna estaba a la vuelta de la esquina, «ahora a la vuelta de la esquina hay una tienda de donuts y tenemos una epidemia de obesidad».

La falta de sueño se alza como otro de los riesgos reales, los mismo que el neuromarketing o las drogas.

¿Pero cuál es la amenaza? ¿Cuándo se produce la adicción? «La dopamina es un compuesto que controla el aprendizaje por recompensa. Le enseña al cerebro que lo que pasa es placentero y debe repetirse en el futuro. Normalmente estaba relacionado con comida o sexo para reproducirse o sobrevivir. Ahora este compuesto puede ser perturbado por todas las drogas adictivas».

Y ahí va otra metáfora: la dopamina es como un termostato de las recompensas. «La evolución ha decidido que con el sexo suba cien puntos, pero con una anfetamina sube hasta mil», y el termostato se mueve en medidas que ni siquiera conoce.

«Las drogas mueven la dopamina de la zona robusta a la frágil, está relacionado con el aprendizaje por euforia. Si fue placentero lo querrá repetir y el termostato se empieza a romper», ha proseguido el experto.

La carrera para ser adicto empieza en las zonas de recompensa pero es una honda expansiva que perturba la emoción, la memoria, la motivación e incluso el control.

Y como se ha señalado al principio, «las corporaciones conocen bien esto y puede ser la base de un negocio rentable», ha insistido el especialista. Las empresas dedicadas a la comida basura, a las redes sociales, el tabaco o al alcohol «usan este ciclo de disfunción para monetizar el termostato de la dopamina, muchas veces de forma desregulada».

Al científico Rubén Baler le ha presentado un primera espada de la Psiquiatría en las Islas. El doctor Joan Salvà, jefe del servicio del Hospital Son Espases, ha sido también el encargado de conducir el turno de preguntas. Él mismo ha lanzado al aire la cuestión de por qué se sigue banalizando el consumo de drogas como el cannabis que lleva a casos de psicosis entre los adolescentes.

Joan Salvà y Rubén Baler, durante el coloquio posterior a la conferencia.
Joan Salvà y Rubén Baler, durante el coloquio posterior a la conferencia.

Y en este sentido, ha advertido Baler que si bien no le interesa el adulto que consume drogas; sí le preocupa en extremo que no se vigile en la juventud por sus efectos irreversibles. «No se puede legalizar el cannabis terapéutico sin vigilar la percepción de riesgo de los adolescentes. El diablo está en los detalles», ha alertado.