Ana Obregón ha vuelto a sorprender planteando dilemas morales y sacudiendo nuestras conciencias con la obtención de una niña mediante el alquiler de un vientre. La nueva madre tiene 68 años. En las adopciones se exige que la diferencia de edad entre padres adoptantes y niño adoptado no supere los 45 años. Por tanto, difícilmente puede adoptar esta niña en España. Y además dijo: «Ya no estaré sola nunca más», aludiendo a su situación tras la muerte de su hijo. Es decir, parecería que «ha encargado» una niña para ella. La singularidad del caso es que la madre es abuela al mismo tiempo, ya que se ha utilizado el esperma de su hijo fallecido, aparentemente, cumpliendo la voluntad de éste. Esta circunstancia plantea un conflicto jurídico importante no siendo el hereditario el menor. Por otra parte, el esperma de un fallecido solo puede utilizarse dentro de los doce meses siguientes al fallecimiento para las técnicas de reproducción asistida. El hijo fallecido tenía pareja. Esta persona sería la única que podría solicitarla. Obregón no podía disponer a su antojo del esperma de su hijo para ser madre «legalmente» de su propia nieta. Es tan delicado que en Francia, Italia y Alemania está prohibida la reproducción asistida post mortem.
Ética y ciencia
09/04/23 0:29
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