Antònia M. Perelló, la directora de la Fundació Miró. | Teresa Ayuga

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La nueva directora gerente de la Fundació Miró, Antònia Maria Perelló, está en modo de «frenada» tras su aterrizaje en el centro de la calle Saridakis. «Hoy mismo [por ayer] hace solo una semana que llegué y estoy conociendo la Fundació y a las personas que trabajan en ella», señala. La mallorquina, nacida en Palma en 1958, está en proceso de adaptación, pero las ideas y objetivos de su proyecto están claros: desde la figura central de Joan Miró, abrir la Fundació al arte contemporáneo, las temáticas de urgencia del presente, así como acercarla al público y talento local.

Proveniente del MACBA, donde ha pasado 30 años y que ha visto nacer y madurar, Perelló valora su experiencia allí y cree que le «facilita enormemente el trabajo por venir de un museo y conocer la institución». A su vez, juzga la Miró y el MACBA como «evidentemente muy diferentes», pero «bastante iguales en las cuestiones de fondo» y asegura que «la burocracia por cumplir y el patronato que atender no me resulta desconocido». De hecho, sobre el Patronato, con quienes tuvo su primer encuentro en la reunión del pasado viernes, Perelló lo calificó de «magnífico» y dice sentirse «muy respaldada».

En cuanto a sus primeros días en la Miró, Perelló avanza que está conociendo a los trabajadores de los distintos departamentos, nomenclatura que quiere cambiar por la de áreas, «para conocer sus proyectos por realizar y siento que están muy por la labor y estoy viendo todavía dónde puedo incidir más», destaca.

Confiesa sentirse afortunada porque las reformas de los edificios Estrella y Sert están concluidas, pero avisa de que en Son Boter «hay que atender necesidades a nivel de conservación» por unas «humedades que afectan a los grafitis de Miró». Sobre esto, avanza que tiene cita con arquitectos para «estudiar propuestas» ya que es «prioridad absoluta».

Otro objetivo es atraer al público local. No ocurre con el extranjero, con turistas que «vienen y hasta hemos tenido colas que no hemos sido capaces de absorber». Sin embargo, el local tiene la sensación de «ya haber visto la Miró y de tener un déjà vu si vienen». Para cambiar esto, Perelló plantea opciones como la creación del Grupo de Amigos de Miró que puedan gozar por un pase anual de visitas, talleres, incluso viajes. Mientras que, por otra parte, el Cercle de Mecenes se dedica a gente que «quiera colaborar a un nivel crematístico y mejorar nuestras actividades». Otros proyectos, como una lanzadera que conecte varios puntos como Marivent, el Castell de Bellver y la Miró, es «una posibilidad», destaca Perelló.

Otro tema a abordar es la línea expositiva, que también contribuiría a atraer público. La figura de Miró será «central», pero quiere «traerle a nuestros días» porque es capaz de «dialogar con maestría con cualquier artista contemporáneo». Para ello pivotará sobre dos ejes: «Su compromiso ético, social y político y su amor por la tierra».

Esto provoca que Miró pueda dialogar «con artistas jóvenes y de media carrera que se sientan concernidos por estos temas» y a cuyos trabajos se dedicarán principalmente los espacios Cúbic y Zero, el primero para «instalaciones que afecten a su gran altura» y el otro «más experimental».

Cuando llegue a un año al frente, Perelló tiene como objetivo llegar a «cuatro exposiciones», dos por cada uno de estos espacios, y potenciar el archivo con proyectos asociados a la universidad, además de intentar «potenciar nuestra presencia fuera».